Parecía que en vez de una tormenta se había producido una batalla. Caras de apenas no haber dormido en toda la noche, la del domingo 9 de septiembre, pero no porque un día antes, el sábado 8, fueran las fiestas del pueblo, que lo eran, sino porque el arroyo Sangüesa «aguó» todo y «aguó» a todos. Una pesadilla, vamos, un panorama desolador que no habían visto en la vida… Porque la calle principal, la Travesía de Talavera, en Cebolla (Toledo), la mañana del domingo parecía más el plató de una película de guerra que una localidad en las postrimerías del verano.
Sí, caras largas, de no creérselo aún, casas y calles llenas de barro, de hecho el agua subió hasta un metro de altura, incertidumbre, palas, camiones, buldozers, vecinos echándose una mano unos a otros… (Vea una galería de fotos del desastre).
[ze_gallery_info id=»263767″ ]Sí, era Cebolla después de la «batalla»…
Iñaki, por ejemplo, miraba al vacío, que es lo que parecía que era la arteria principal de Cebolla, y no se lo explicaba. Su casa no había sido afectada porque no estaba en el cogollo del asunto, pero sí las de alguno de sus amigos. Botas y ropa de trabajo para ayudar a limpiar lo que es un lodazal, «parece mentira…», ojos vidriosos, «es increíble…».
Cebolla es lo más parecido a un plató de una película de guerra…
Apenas 12 horas después era imposible cruzar la calle más afectada salvo que te dispusieras a llenarte de barro hasta los bolsillos de los pantalones. Locales comerciales que tardarían en abrir porque la limpieza se prolongaría durante varios días; casas en las que mujeres y hombres se afanaban en sacar todo el lodo acumulado, que por mucho que limpiaran parecía que no se acababa nunca. Todo a base de palas…
¡Qué desastre!
Y los vecinos trataban de recuperarse a marchas forzadas. No quedaba otra. Porque al día siguiente también amanecía. Y al otro… Y todo debía volver a la supuesta normalidad que tenían justo momentos antes de las cuatro de la tarde del sábado 8 de septiembre, cuando se desató el infierno…
Cuando…
Cuando el agua que cayó corrió por las calles del pueblo como si de un río se tratara y se llevara coches (había zonas que parecían cementerios de vehículos) y todo lo que pilló por delante.
Miraras por donde miraras solo veías barro, contenedores del revés, árboles tristes, todo de color marrón, casas sucias, enseres por las aceras…
Sí, era Cebolla después de la «batalla»…
(En las labores de limpieza, además de numerosos vecinos, participaron siete patrullas de la Guardia Civil, 30 voluntarios de las Agrupaciones de Protección Civil de Segurilla, Cebolla, San Bartolomé de las Abiertas, Torrijos, Carpio de Tajo, Gerindote y Calera y Chozas; además de camiones y brigadas de mantenimiento de carreteras del Ministerio de Fomento).
Duras jornadas de pala y cepillo cuatro días después de la catástrofe
Cuatro días después de lo ocurrido, encastillalamancha.es volvió a Cebolla. Un redactor y una fotógrafa, David Romero y Rebeca Arango, se encontraron con un pueblo volcado con la limpieza, donde hubo más de 300 voluntarios a los que solo les hacía falta un bocata y una coca-cola para aguantar las duras jornadas de pala y cepillo. Porque aún quedaba mucho por limpiar. Quizá no en las calles, pero sí en las casas, bodegas y garajes, donde las bombas extractoras de agua se afanaban por secarlas.
“Sí, queda mucho“, lamentaba la cajera del supermercado, a quien acompañaba otra vecina de la localidad. “Lo peor de todo es que tenemos que dar gracias de que no haya ocurrido ninguna desgracia personal”, indica esta vecina, refiriéndose a la lugareña a la que arrastró la riada. “Menos mal que se metió en la farmacia, si no la Isabel no lo cuenta“, asegura.
Un fondo de solidaridad con las donaciones que recibieron
En el Ayuntamiento crearon un fondo de solidaridad con todas las donaciones que recibieron. Hubo casos de gente del pueblo que, como no podían limpiar, decidieron dar una donación en efectivo. A ellas también se unieron el AMPA y otras solidarias iniciativas. Como la de El Real de San Vicente, que se dispuso a rifar un cuadro y los fondos irían destinados a Cebolla. También uno de los vecinos ilustres de la localidad, aunque sea de Los Cerralbos, el exlocutor deportivo José Ángel de la Casa, se volcó para ayudar y organizó una rifa junto con algunos exmadridistas como Michel, Romay y Señor en las fiestas de Los Cerralbos. En otras localidades cercanas, como en Lucillos, hubo un bingo solidario, tal y como contó a encastillalamancha.es la alcaldesa de Cebolla, Silvia Díaz, junto con dos de las integrantes de su equipo de Gobierno, Sonia y Sandra.
Libros de todas las partes del mundo y en un día más de 1.000 recogidos
La donación de libros para la Biblioteca de Cebolla fue un éxito. De los rincones que menos se pueda pensar se hicieron recogidas. En el mismo pueblo, con la Casa de la Cultura habilitada para ello y que será la nueva sede de la Biblioteca, en tan solo un día recogieron más de 1.000 libros. Gente de Malpica, San Roman de los Montes, Montearagón, Talavera y de muchos más pueblos de los alrededores llevaron libros. Pero es que las recogidas se sucedieron por todo el país. En colegios de Leganés, Fuenlabrada, Coslada o Alcorcón se hizo lo propio, igual que en Alicante o Alcalá de Henares. Diversas organizaciones y partidos políticos recopilaron material bibliográfico…
Una de las recogidas más numerosas la realizó la Asociación Cultura Alberche de las Artes, de Alberche del Caudillo.
Todo ello sin contar con que en la Red de Bibliotecas de Castilla-La Mancha y en la Consejería de Educación también se juntaron libros para reponer la biblioteca cebollana, que perdió más del 80 por 100 de sus fondos.
Meses después, en Cebolla todavía andan con el susto metido en el cuerpo…
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