El sábado 7 de junio, bajo la presidencia del arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, se ha reanudado la instrucción de la Causa de Canonización del Siervo de Dios Antonio Rivera Ramírez (1916-1936), primer presidente diocesano de Jóvenes de Acción Católica de Toledo, de grandes virtudes y fama de santidad.
El vicepostulador de la causa, don José Salinero Pérez, ha manifestado, según consta en una nota de prensa del arzobispado, que “Antonio es ejemplo y modelo autentico de vocación laical, a la que todos estamos Llamados, con una vida breve pero intensa que La dedicó a Dios y al apostolado, misionero incansable llevando por toda la diócesis la alegría del evangelio”.
El acto se celebró tras la firma el 1 de junio, por parte del Arzobispo, del Decreto para la reanudación de la Instrucción de la Causa de Canonización del siervo de Dios, tras la petición presentada por el postulador de la Causa, el religioso cisterciense Pierdomenico Volpi, con fecha del 10 de diciembre de 2013.
Se ha nombrado para la instrucción del proceso a Francisco Javier Hernández Pinto, Juez Delegado; Francisco Javier Salazar Sanchís, Promotor de Justicia; y Notario actuario, Rubén Zamora Nava.
Según el Postulador de la Causa, “Antonio Rivera todavía no es santo, mas seguramente lo fue, y es espejo y ejemplo para aquellos que quieren seguir a Cristo, particularmente en el estado laical. Su vida fue una constante aspiración hacia la santidad”.
Antonio Rivera Ramírez falleció a los 20 años el día 20 de noviembre de 1936, a causa de las heridas recibidas durante su estancia en El Alcázar para asistir a los heridos y enfermos. A los catorce años se había iniciado en la Juventud de Acción Católica en Toledo y a los diecisiete fue nombrado su presidente diocesano. Fundó más de treinta centros parroquiales, organizó ejercicios espirituales, cursillos, visitas y publicaciones. “Su entrega fue absoluta, admirable y fecunda en medio de una difícil situación religiosa”, explica la nota de prensa de la diócesis toledana.
“Fue líder cristiano en su familia, en su ambiente, en la Asociación de Estudiantes y, antes de sus responsabilidades diocesanas, colaboró con el partido político que lideraba el periodista católico Ángel Herrera Oria. Tenía novia y preparaba su matrimonio cristiano. Así como sus oposiciones para notario. Tan convencido estaba de su meta, que era gozar con Jesucristo y los bienaventurados, que al llegar la hora de su muerte, llamó a sus familiares y amigos junto a su lecho y les dijo: “Me voy al Cielo. ¡Qué queréis para el Cielo?”, concluye el comunicado.