No ha tenido que ser fácil, no… Lo único que podemos hacer para acercanos a la vida que ha llevado este misionero toledano, javeriano para más señas, durante las dos últimas décadas es echar mano de la imaginación. Pero ni por esas. Porque sobrevivir a un secuestro, en el que llegó a pensar que le mataban, a una guerra civil y al mortal ébola solo lo pueden hacer unos cuantos. Yo no sé si él forma parte de ese grupo que de vez en cuando llamamos «los elegidos», pero quién mejor que Luis Pérez para contárnoslo. Ahora descansa en Toledo, tres meses, prepara su físico (su cabeza sigue en Sierra Leona por los siglos de los siglos, amén…) para regresar a la África profunda y repasa con encastillalamancha.es lo que han sido algunos de los episodios más dramáticos que le ha tocado vivir.
Luis Pérez, he aquí su historia…
Y lo hace con una tranquilidad que a quien le escucha le deja poco menos que pasmado… He aquí su historia, he aquí la lucha de un superviviente…
No duda en decir que el ébola llegó a ser casi peor que la guerra, porque a la enfermedad (que se llevó muchas vidas, entre ellas las del padre Miguel Pajares, natural de La Iglesuela, en la provincia de Toledo) no se la veía llegar… «El ébola, sobre todo en el primer mes y medio, no sabíamos lo que era y veíamos las consecuencias, pero no el por qué. Y veíamos que se contagiaba con mucha facilidad. Nosotros, que tenemos mucho contacto con la gente, teníamos que saber cómo afrontar esa situación, veíamos sus efectos, que eran terroríficos, mortales; y en la guerra si un día vienen por aquí pues nosotros nos vamos por otro lado».
Ama Sierra Leona, donde lleva ya una década vivida en dos etapas, siete años en la primera y tres en la segunda, «y sé que voy a volver, aunque no hay día que pase que no piense en algunas personas que he dejado allí y que tienen problemas. Claro que quiero volver, porque uno hace su vida donde está y la gente es maja, buena…».
Una coherencia y dignidad que estaban, nunca mejor dicho, a prueba de bombas
Allí demostró que su coherencia y dignidad estaban, nunca mejor dicho, a prueba de bombas, porque no regresó definitivamente a España a pesar de esa guerra civil y de la cruel enfermedad que le acechaba, no quería abandonar a su gente… «Exacto. Hay un refrán muy castellano que dice que hay que estar a las duras y a las maduras. No es una coherencia tan extraordinaria, tú estás allí trabajando en la situación en la que vives y… Es una coherencia normal. Tú piensas… Estoy allí y ahora pasa esto y me voy pero, ¿luego con qué cara vuelves?».
Y sí… Sí ha temido alguna vez por su vida, como es lógico. «Hombre, cuando la guerra sí… Con la guerra en general y con el secuestro en particular. Secuestrados estuvimos prácticamente dos semanas, una dentro de la Misión, que no podíamos salir; y la otra cuando nos sacaron de la Misión y nos movían. En ese momento sí temí por mi vida porque no se veía salida y sobre todo porque los rebeldes iban perdiendo y la violencia se iba incrementando, se veía el estado de enajenación de esta gente por la bebida…».
[ze_summary text=»Cuando acepté conscientemente que podía morir pues la verdad es que se me quitó toda la tensión»]Cuando acepté conscientemente que podía morir pues la verdad es que se me quitó toda la tensión[/ze_summary]
«Allí experimenté una cosa que me ha servido de mucho en la vida, estuvimos una semana con una situación muy crítica, pero cuando yo acepté conscientemente que podía morir pues la verdad es que se me quitó toda la tensión. No vale decir que vives en Villa Deseo, vives lo que te toca y lo que te toca hay que tratar de afrontarlo de la mejor manera posible. La fe y el Evangelio no nos resuelven nada, pero nos dan las claves para interpretar lo que tenemos que interpretar. Otra cosa que me ayudó mucho a aceptar la muerte fue tantas personas que vi morir por la guerra».
Ufffff… Y Luis Pérez se queda pensativo…
«Yo he vivivo bombardeos y la gente salía por los aires, a trozos; gente que mataban así, a quemarropa… Eso, por una especie de espíritu de solidaridad o de fraternidad con la humanidad dices, pues bueno, si a estas personas les pasa esto, pues demasiada suerte tuvimos. Recuerdo una vez que íbamos en una pick up (furgoneta) y un grupo de rebeldes se la robó a los rebeldes que nos llevaban a nosotros y nos quedamos allí perdidos en medio de la carretera…».
«No soy un fundamentalista de los que dice que Dios hace todo, pero Dios estaba con nosotros…»
Y rememora…
«En ese momento estaban bombardeando tremendamente y yo no soy un fundamentalista de los que dice que Dios hace todo, pero Dios estaba también con nosotros. Estábamos en la mitad del camino, bombas a la derecha, bombas a la izquierda, cadáveres que saltaban por los aires y a ninguno de nosotros nos pasó nada. No quiero decir ni que sea un milagro ni nada, pero viendo un poco eso… Pues el Señor está un poco con nosotros y si nos toca a nosotros una de estas bombas, pues qué vamos a hacer».
[ze_summary text=»Un oficial mandaba a un niño a por agua al río y si venía turbia sacaba la pistola y lo mataba allí, sin más…»]