Mientras la procesión del Cristo de la Humildad se acerca a San Juan de los Reyes, la Semana Santa de Toledo no descansa. A las 11.30, de la Iglesia del Convento de Santo Domingo el Real sale la procesión del Cristo Redentor, organizada por el Capítulo de Caballeros Penitentes del Cristo Redentor, con recorrido por el barrio visigodo toledano y la zona de los Cobertizos, con imágenes espectaculares por algunas de las calles más angostas de la Ciudad Imperial.
Bien entrada la madrugada del Jueves Santo el Cristo vuelve a su morada, el Monasterio de Santo Domingo el Real, donde se le despide entonando el “Miserere” hasta que la próxima Semana Santa de Toledo abra el telón.
El Capítulo de Caballeros Penitentes de Cristo Redentor procesiona por primera vez en 1947. Esta cofradía destaca en la Semana Santa por su austeridad y sobriedad. Un solo tambor les acompaña a lo largo del recorrido y una campana el canto del “Miserere”.
[ze_gallery_info id=»117655″ ] [ze_summary text=»Austeridad y sobriedad… Un solo tambor acompaña el recorrido y una campana el canto del Miserere»]Austeridad y sobriedad… Un solo tambor acompaña el recorrido y una campana el canto del Miserere[/ze_summary]La talla, que representa a Jesús con la cruz a cuestas en una de sus caídas, fue rescatada del olvido por los fundadores del Capítulo, Cruz Loaysa y Tomás Martín Ruiz, que la sacaron de una hornacina del coro en el interior de la clausura.La primera restauración de la imagen se encargó a Mariano Guerrero Malagón, quien talló también la disposición de las andas, que durante el recorrido procesional son llevadas por 12 penitentes -sustituidos por turnos-.
Túnica blanca, capucha negra… El fervor de los penitentes
Los penitentes del Capítulo llevan como hábito una túnica blanca, capucha negra, cíngulo de lana blanco y cruz de madera con cordón dorado en el pecho.
La Semana Santa de Toledo está declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional y congrega cada año a miles de visitantes que se dejan impactar por la visión estremecedora de las tallas religiosas atrapadas entre piedras, calles y callejones. Cofrades, penitentes, creyentes y curiosos se entregan a esta vivencia, donde se compagina el fervor y recogimiento de unos y la admiración de otros por las imágenes inolvidables en la Semana Santa de Toledo deja en todas las retinas.