A punto de cumplir los 99 años, el toledano José Miranda Calvo no ha perdido un ápice de su pasión por la historia. Sus interminables ganas por indagar en el pasado de las civilizaciones fue lo que le llevó, hace 10 años, a realizar la tesis «La venida y ocupación musulmana de Hispania en el 711: del Guadalete a Toledo», que obtuvo la calificación Cum Laudem por la Universidad de Castilla-La Mancha.
José Miranda junto al título de Hijo Predilecto de Toledo.
Sus piernas ya no le responden como a él le gustaría, pero no así la cabeza, donde guarda todas las fechas y los nombres que han marcado la historia de nuestro país. Por ello recibió con gran satisfacción, de la mano de la Diputación de Toledo, la publicación de su tesis, un trabajo de cuatro años de investigación que terminó cuando tenía 89.
Lejos de dejar apartados los libros, ya están pensando en cuál será su próxima investigación. «Tengo un pacto para llegar a ser centenario», así que dentro de poco se pondrá con una obra que versará, seguramente, sobre Felipe II.
En el salón en el que recibió a encastillalamancha.es muestra con orgullo el título de Hijo Predilecto de Toledo. No en vano, la ciudad ha centrado muchos de sus estudios, llegando a poner en valor aspectos muy desconocidos de ella porque «Toledo es un arcano en el que quedan muchas cosas por descubrir».
Nació un 22 de agosto de 1917 en la calle Trinidad, número 11, en pleno Casco Histórico. Estudió en el colegio Maristas y de allí pasó a la formación superior, diplomándose en Magisterio. Llegó el fatídico año 1936 y se alistó al bando nacional. Comenzó aquí una carrera militar en la que, tras la contienda civil, estuvo cinco años en la legión como teniente y 14 meses en Rusia como integrante de la División Azul. La paz le trajo de nuevo a su tierra, a Toledo, para ser profesor en la Academia de Infantería y presidir durante 11 años el Patronato de Conservación del Alcázar.
«Por encima de todo soy militar (ostenta el rango militar de coronel de Infantería), lo demás se debe a mi obsesión humanística», una obsesión humanística que le ha dado alas para realizar grandes trabajos sobre Toledo y las comunidades de Castilla, la conquista de la ciudad por Alfonso VI, la llegada de los musulmanes o la batalla de Talavera de la Guerra de la Independencia, estudios que le han valido numerosos reconocimientos y por los que ha llegado a ser académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y supernumerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.
De todo este conocimiento ha dado buena cuenta sobre el papel, pero también lo ha transmitido a las visitas ilustres que ha tenido la ciudad. Junto a su hermano, el guía turístico e historiador Rufino Miranda, ha tenido el honor de mostrar a los reyes de España los encantos de la capital regional.
«Soy coronel, licenciado en Derecho -carrera que estudió en los años 70 cuando ya tenía tres hijos- y doctor en Historia«. Se define, como no podía ser menos, como una persona muy activa y que se ha hecho a sí misma: «no debo nada a nadie». Enseña también con mucho orgullo las fotos de su mujer -fallecida hace 19 años y a la que ha dedicado la tesis- y de sus cinco hijos y siete nietos. «Tengo hasta una biznieta», añade con una amplia sonrisa.
Sobre el patrimonio de Toledo, opina que es inmenso y que actualmente el reto está en «desentrañar» Vega Baja. «No creo que allí estuvieran los palacios de los reyes visigodos, como apuntan algunos historiadores; me inclino más -debido a cuestiones de seguridad y protección- por lo que actualmente es el Museo de Santa Cruz y de Santa Fe». Afirma que su doble faceta de historiador y militar le ha dado una visión mucho más completa de los acontecimientos, permitiéndole echar por tierra algunos argumentos dados hasta hoy por válidos.