El Museo de Santa Cruz de Toledo, en colaboración con la asociación de amigos del museo, muestra en su patio renacentista dos estelas de guerrero datadas en el Bronce Final, en el siglo VIII antes de Cristo. Para su puesta en valor, todos los sábados de junio, a las 11:30 horas, miembros del proyecto arqueológico BHIT (Identidad y Territorio en el Tajo Medio durante el Bronce Final y la Edad de Hierro) -perteneciente al Área de Historia de la Facultad de Humanidades de Toledo- explican en visitas guiadas las particularidades de estos restos convertidos en los protagonistas de la “Pieza del mes”.
De las que han llegado al Santa Cruz, el museo expone dos estelas. Una de ellas –la de menor tamaño- es la denominada «Herencia I», hallada a finales de la década de los 70 en esta localidad ciudadrealeña en una finca agrícola y hecha sobre cuarcita. La de mayores dimensiones, de pizarra, fue encontrada por Antonio Gutiérrez del Mazo en marzo de 2015 en el municipio toledano de La Estrella.
Los arqueólogos Ángela Crespo y Sergio Isabel, integrantes del proyecto BHIT dentro del que están investigando a cerca de ellas, indicaban a encastillalamancha.es que no existen certezas sobre su funcionalidad, solo hipótesis. Algunos estudiosos las asocian al mundo funerario, otros creen que pudieron emplearse como marcadores de territorio, mientras que los hay que consideran que sirvieron para marcar rutas comerciales o de trashumancia, dado que muchas han aparecido en zonas de caminos o de pastos.
Lo que sí es común a todas ellas es la representación de una figura humana, de un guerrero, acompañado de utensilios como el escudo –considerado el elemento más importante-, la espada o la lanza. En las estelas expuestas en el Museo de Santa Cruz se puede apreciar –según las explicaciones ofrecidas por los arqueólogos- la evolución que sufrieron estas piezas. «En las primeras la propia losa hacía las veces de guerrero y dentro solo aparecían sus armas. Posteriormente se empezó a grabar dentro de la losa al guerrero junto a sus armas e incluso, más adelante, se representaron también el carro y los caballos», todo ello respetando siempre la posición natural. Del mismo modo, y en sintonía con esta evolución, el casco del guerrero de la estela «Herencia I» tiene forma cónica, por la influencia atlántica y centroeuropea, mientras que el de La Estrella ya presenta un casco de cuernos, de influencia mediterránea tras la llegada a la Península de civilizaciones como la fenicia o la griega.
En la provincia de Toledo han sido localizadas seis estelas de guerrero, un total de 120 en el sureste de la Península y es que la zona sur del valle del Tajo es un lugar en el que han aparecido muchas. También en otros sitios de paso como Tarragona.
Tanto Ángela Crespo como Sergio Isabel ponían de manifiesto que, entre los misterios que arrojan las estelas de guerrero, está que «nunca hemos llegado a saber si la figura representada pudiera corresponderse a alguien de la élite o a una divinidad».
Para su elaboración se empleaba, sobre todo, la cuarcita y la pizarra, rocas metamórficas que debían tener una base muy plana para repiquetear en ellas y hacer incisiones.
En el sur de España «han aparecido de la misma época estelas de figuras femeninas», comentaban los arqueólogos, figuras en las que se puede apreciar hasta un tocado en la cabeza. «Eran sociedades en las que las mujeres tenían un papel muy importante; se sabe que en la Edad de Hierro eran sociedades matrilineales».