A sus pletóricos 35 años, la karateka talaverana Sandra Sánchez lo ha ganado casi todo durante 2016. La cumbre le ha llegado en plena madurez, ejemplo de que no hay que tirar la toalla hasta el final.
La katareka talaverana, Sandra Sánchez, durante uno de sus kumites.
Porque en 2016 se coronó campeona de Europa en Estambul, campeona de los Juegos Europeos celebrados en Bakú (Azerbaiyán), campeona de los Juegos Iberoamericanos de Braga (Portugal), campeona de la Liga Mundial… “Solo” ha dejado de coronarse campeona para colgarse la medalla de bronce en el Campeonato del Mundo que tuvo lugar en Linz (Austria). Ella, obviamente, tal y como se le estaba dando el año, iba a por la presea de oro. Casi lo obtuvo todo.
LAS FINALES, SU “PLATO” PREFERIDO
La talaverana ganó a Kristin Wieninger para lograr el bronce en el Mundial; a la francesa Sandy Scordo en las finales del Europeo y los Juegos Europeos; y a la turca Dilara Bozan en el asalto definitivo del Campeonato de Europa.
Por si todo lo anterior fuera poco, todos estos éxitos impresionantes llevaron al Gobierno de Castilla-La Mancha a concederle su máximo galardón deportivo, la Medalla de Oro, también este año. Y tanto desborde de éxitos han hecho que el Ayuntamiento de su ciudad, Talavera, cuna de grandes deportistas de élite, reconociera sus enormes méritos dedicándole un cálido homenaje a través del alcalde, un amante del deporte como Jaime Ramos.
REGRESA DE SU AVENTURA EN BAKÚ
Cuando encastillalamancha.es, entre éxito y éxito, habló con la supercampeona, le revelaba que su regreso de Bakú (donde vivía y trabajaba en un club de élite de aquel país, el Alahli) dependía del resultado que consiguiera en el Mundial. El bronce y el hecho de que su pareja fuera nombrado seleccionador nacional la llevaron a decidirse por la vuelta.
Tuvo que emigrar, como tantos otros deportistas de élite, por la falta de apoyos institucionales sobre todo a raíz de la crisis. Ahora, con tanto entorchado a sus espaldas y en el mejor momento de su carrera, espera que soplen mejores vientos para este deporte, sobre todo ahora que es olímpico.
Karateka desde los cuatro años, Sandra Sánchez confiesa que empezó por pura cabezonería y por emular a su hermano, ya que su padre quería que se dedicara a un actividad “más femenina”, según su criterio.
Y es que el padre creía que a Sandra se le iba a pasar, pero ella siguió en su empeño… Y hasta hoy, cuando saborea las máximas mieles del triunfo.