El Debate del Estado de la Región celebrado los días 5 y 6 de octubre en las Cortes de Castilla-La Mancha fue en realidad un «Debate del Estado del Pacto» de investidura que hizo presidente de la Junta a Emiliano García-Page y que Podemos dio por roto al día siguiente de celebrarse las elecciones gallegas y vascas y comenzar a cobrar peso la posibilidad de una abstención del PSOE para que Mariano Rajoy pueda formar gobierno en España.
Esta vez la expectación no estaba donde siempre, en el cara a cara PSOE-PP, los dos partidos mayoritarios de la Cámara, sino en el enfrentamiento dialéctico entre Emiliano García-Page y José García-Molina, entre PSOE y Podemos. Fueron los momentos en los que se vieron las caras más atentas.
Con un PP cuyo discurso se reparte entre la santificación a Cospedal y el insulto al hoy presidente de Castilla-La Mancha, poco interés generaba el debate, teniendo en cuenta, además, que Cospedal no podía participar en él porque dejó las Cortes para ser diputada en el Congreso.
El pulso de la sesión, y me atrevo a decir que de la legislatura, está en ver cómo evoluciona la relación entre socialistas y podemitas.
De cómo se desarrolle esa batalla dependerá que en 2019 siga gobernando el PSOE o vuelva el PP. Que se afiance Page o se deteriore. Que Podemos se asiente como un partido con el que contar o irrelevante, porque sus diputados no sean necesarios para gobernar.
Con el parlamento regional como escenario, las intervenciones de Page y Molina fueron seguidas por todos con sumo interés. Ya se sabía cuál era la postura de Podemos: el pacto está roto. Pero no se conocía cómo reaccionaría a la presión el líder socialista en su debate más importante del año y tras una semana de infarto por los acontecimientos en el PSOE y el plantón de Podemos.
Supongo que tras asistir un Comité Federal como el que Page había vivido solo unos días antes, las palabras de García Molina -“¿Merece ser presidente de esta región?”– le debieron parecer suaves. Así que Page no se achicó: «Si no quieren que sea presidente, o presenten una moción de censura con el PP o hagan un bloqueo sistemático de la legislatura», dijo. Y aclaró las dos posibilidades que hay para sus socios morados: «O me apoyan a mí o solo pueden apoyar, por activa o por pasiva, al PP».
Todos saben que no hay más opciones. Para que el PSOE gobierne en Castilla-La Mancha necesita el apoyo de Podemos y si estos no se lo prestan, o se lo da el PP -hoy por hoy imposible en la práctica- o habrá elecciones autonómicas anticipadas y de resultado incierto, unos comicios que nadie quiere tan pronto.
Lógicamente, ese soporte político de Podemos al PSOE se basa en acuerdos que han de cumplirse por ambas partes. El presidente de la Junta dijo públicamente que la Comisión de Seguimiento del Pacto no se convocaba desde el mes de febrero, aunque Podemos ha afirmado que hubo tres encuentros en mayo, si bien no se hicieron públicas las actas.
El caso es que Podemos ha escenificado con claridad que el pacto está roto, dejando solos a los socialistas y haciendo que fracasaran sus siete propuestas de resolución tras el Debate del Estado de la Región. Pero no ha logrado convencer a la mayoría de que la razón de su cisma no sea presionar a los barones más críticos con Sánchez y una posible alianza con los independentistas, aquellos que no se han movilizado contra la abstención a Rajoy.
Casi todo el mundo cree que las aguas volverán a su cauce una vez se despeje si hay investidura o elecciones.Una legislatura bloqueada por falta de acuerdo y presupuestos no parece que beneficie a ninguno de los dos socios políticos. Ni es fácil suponer que las bases que apoyaron el pacto de investidura con más del 96 por 100 de los votos emitidos se resignen a lo conseguido con un solo Presupuesto.
Lo que queda por saber es el precio que pondrá Podemos para restaurar el pacto, que supongo que será alto para que parezca que van en serio.
¿Será entrar en el Gobierno? Ya se habló de ello en junio. Tras pedir la destitución de la dimisionaria Reyes Estévez como consejera de Educación, Cultura y Deportes, resulta evidente siguiendo sus intervenciones públicas que los ojos del partido están puestos en Bienestar Social. ¿Es Aurelia Sánchez la próxima pieza a abatir por Podemos y su Consejería la factura que tendrán que pagar los socialistas para reconducir la situación?
Las desavenencias serán permanentes porque las partes son antagonistas, pero lo lógico es que el pacto se restaure. Ambos partidos tienen, además, trabajo interno que hacer. Page, en su condición de secretario general del PSOE en CLM, tendrá que esforzarse en cerrar las heridas internas de la caída de Sánchez. No se cuestiona su liderazgo, pero hay girones que es mejor atender y coser.
En cuanto a Podemos, García Molina tiene a unos 200 firmantes de un manifiesto que piden primarias y cambios en la dirección en CLM. Entre ellos, el portavoz parlamentario, David Llorente. Los acontecimientos de la política nacional han dejado aparcadas las diferencias internas en Podemos, pero acabarán saltando y exigiendo tiempo y dedicación.
La ruptura no beneficia a ninguna de las dos partes, porque les impide conseguir sus objetivos para esta legislatura. En las conversaciones privadas, incluso el PP da por sentado que la situación se reconducirá. Falta saber cuándo, cómo y cuánto.