La suya es la historia de tantas y tantas familias españolas que luchan por sacar a los suyos de las fosas comunes y darles el entierro que nunca tuvieron. En su caso, la tan larga, agotadora y costosa pelea ha tenido un final feliz: ayer comenzaba en el cementerio de Guadalajara la exhumación de 22 restos de personas asesinadas por el régimen franquista, entre ellos están los de Timoteo Mendieta, padre y abuelo de dos generaciones que han logrado, además, sentar las bases para que, a través de la justicia internacional, otros puedan recuperar a sus familiares.
Ascensión Mendieta y su hija durante una entrevista en La Sexta.
Los trabajos de exhumación comenzaron el martes a las 09:00 horas bajo la atenta mirada de Ascensión Mendieta, hija de Timoteo y una mujer que a sus 90 años se ha convertido en referente para el colectivo de memoria histórica. Su hijo Francisco Vargas Mendieta contaba a Encastillalamancha.es que «se encuentra muy emocionada y un poco nerviosa». No es para menos. Atrás han quedado seis años de una dura batalla en los tribunales, una batalla que Ascensión tuvo que librar fuera de nuestras fronteras porque la legislación española no la amparaba. De hecho, cumplió los 88 años subida en el avión que le llevó hace dos años a Buenos Aires para declarar ante la jueza María Servini en el marco de la denominada «querella argentina» contra los crímenes del franquismo. Ha sido precisamente el requerimiento de esta jueza el que hizo que el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número dos de Guadalajara autorizase la exhumación, primera en España a raíz de esta querella y que abre un camino de esperanzas para otras familias.
«Nos sentimos emocionados y expectantes, con sentimientos encontrados», indicaba Francisco, quien lamentaba que haya tenido que ser una magistrada argentina la que ha hecho posible el sueño de su madre; «mediante la justicia española fue imposible». «No entiendo que se dejen en el olvido a tantas personas que lucharon por la democracia y que fueron la semilla de ésta; debe ser el Gobierno de este país el que se encargue de cerrar las heridas». En su opinión, «es paradójico que Mariano Rajoy haya dicho que no va a dar dinero para la recuperación de la memoria histórica y, sin embargo, sí lo de para las familias de integrantes de la División Azul que tomaron parte en la segunda Guerra Mundial».
Consciente de la situación de desamparo que ellos han tenido hasta ahora, «nos estamos poniendo en contacto con otras familias para que aprovechen la misma vía que hemos utilizado nosotros».
TIMOTEO MENDIETA: SU DELITO, SER DE UGT; SU SENTENCIA, CONDENA DE MUERTE
Timoteo Mendieta murió en el año 1939 con 40 años después de que un jurado militar le condenase a muerte por ser presidente de UGT en Sacedón (Guadalajara) y por «auxilio a la rebelión». Fue fusilado y arrojado a una de las 120.000 fosas comunes que, al menos de manera oficial, se contabilizan en España y es que «entre el 40 y el 60 por 100 de ellas son clandestinas», sostiene Francisco. Según los datos que manejan en la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, España es el segundo país del mundo con mayor número de fosas comunes, solo por detrás de Camboya.
Timoteo estaba casado y tenía siete hijos. Tras su desaparición y posterior ejecución, su mujer tuvo que marcharse del pueblo y esconderse en casa de unos familiares en Madrid por miedo a correr la misma suerte. «Dormían 10 personas en una misma habitación en el Puente de Vallecas», cuenta Francisco, quien asegura que las penurias fueron tales que la jueza María Servini llega a afirmar en su exhorto que fue un milagro que todos sobreviviesen a tales condiciones de vida.