domingo, 24 de noviembre de 2024
Funcionó desde 1938 a 1966 12/03/2016junio 7th, 2017

Todavía con las bombas cayendo sobre la población, la Secretaría General del Movimiento creó en España el Auxilio Social, una organización de socorro humanitario que, también durante la posguerra y hasta el año 1966, prestó ayuda a aquellos que contaban con menos recursos.


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En Toledo el Auxilio Social se identifica con el padre jesuita Felipe Rodríguez Merinero, un segoviano que vino a la ciudad en 1938 y que realizó una gran labor para sacar adelante a centenares de toledanos a través de esta institución, de la que fue fundador. En primer lugar, puso en marcha comedores escolares en los que entregaba leche y ropa a niños menores de dos años. Después, amplió este servicio a transeúntes y a niños de más de dos años. Poco a poco, y viendo a su alrededor que faltaba de todo y no sobraba nada, consiguió recaudar fondos del régimen franquista para ofrecer estudios, llegando a levantar el albergue escolar «José Antonio», emplazado cerca del convento de Santa Isabel. Allí, los niños y niñas se alimentaban y se formaban, incluso recibían clases de guitarra, de rondalla, de teatro, de bailes regionales, de canto… participaban en actividades deportivas… Posteriormente el albergue escolar se trasladó al edificio del Hospital Tavera, que -gracias a su mayor amplitud- permitió desarrollar nuevas iniciativas.

La historia de este albergue escolar es la historia de generaciones y generaciones de toledanos que hoy en día tienen entre 55 y 85 años. A través de algunos de ellos –como el médico y explusmarquista nacional de maratón Ricardo Ortega– se ha creado una comisión de exalumnos y personas vinculadas al Auxilio Social, una comisión que acordó recientemente rendir un homenaje el próximo 7 de mayo a Felipe Rodríguez Merinero (falleció en mayo de 1966), ya que «no seríamos los que somos si no hubiese sido por él», comentaba Ricardo, quien cuenta que era un hombre profundamente religioso que vivía en unas dependencias de los jesuitas cerca de San Ildefonso y que se ocupaba de revisar el funcionamiento de otros muchos albergues del país. Recuerda que la impronta del régimen estaba muy marcada en estos colegios: «lo primero que hacíamos por la mañana nada más llegar era izar la bandera y cantar el ‘Cara al sol'».

Al margen de cuestiones ideológicas, prestó ayuda a muchas familias toledanas y a niños que, de otra manera, no habrían podido tener una educación. Incluso, a los que más destacaban en los estudios se les pagaba la carrera universitaria. Afirma Ricardo que se hacía mucho hincapié en la formación de la mujer. De cada promoción se elegían a las seis mejores alumnas para que continuasen estudiando, bien Medicina, o bien Magisterio. Curiosamente, los hombres no tenían tanta suerte ya que eran muy pocos –tenían que sobresalir mucho, como fue el caso de Ricardo- los que acababan en la universidad. A los que no accedían a estudios superiores, se les buscaba un taller para aprender un oficio, en el caso de ellos (el dinero que iban ganando el Auxilio Social lo iba guardando en una libreta de ahorros y se lo daba cuando terminaban en el taller, a los 18 años), o se les enseñaba a coser, a bordar, a hacer tapices… en el caso de ellas. También era habitual que, si el alumno manifestaba alguna habilidad artística, le pagasen los cursos de la Escuela de Arte, o que les costeasen los trajes de la Primera Comunión; la dote para aquellos que se casaban; las vacaciones de verano en campamentos («aquí ellas tenían otra ventaja y es que disfrutaban de más días que nosotros», dice Ricardo).

Actualmente muchos de estos alumnos siguen manteniendo contacto y recordando entre risas y miradas de añoranza aquellos tiempos en los que había mucha necesidad pero también muchas ganas de hacer cosas y de ayudar. Los alumnos ponían igualmente de su parte, esforzándose en el aula y en el resto de ámbitos: sus equipos deportivos y grupos como el coro llegaron a competir a nivel nacional y a ganar premios.

Ricardo Ortega está recopilando fotografías y testimonios para hacer posible un documento escrito, ya sea a través de un libro impreso o de una publicación digital, en el que dar a conocer todas estas experiencias y lo que supuso el Auxilio Social en la ciudad. Además, para aquellos que quieran participar en la comisión que han creado y rendir homenaje al jesuita Felipe Rodríguez han dispuesto dos correos de contacto: antonyo.velasco@hotmail.com y vflola@hotmail.com.

Alumnas del Auxilio Social haciendo una tabla de gimnasia en el edificio de Tavera.

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