Han pasado 38 años, aunque en ocasiones pareciera que fue ayer. Fue el 24 de enero de 1977, cuando tres pistoleros de la extrema derecha entraron, a sangre y fuego, en un despacho laboralista de Comisiones Obreras (CC.OO.) en la ya mítica calle de Atocha, en Madrid, y asesinaron con total sangre fría a cinco de las personas que allí se encontraban en ese momento: tres abogados, un administrativo y un estudiante de Derecho; dejando malheridos a otras cuatro.
Desde entonces, en España se recuerda aquel episodio como «la matanza de Atocha».
38 años después, de aquellas nueve personas solo queda una con vida. Es el profesor de Derecho Constitucional Alejandro Ruiz-Huerta, quien estaba invitado al acto que hoy se celebra en Toledo y en el que CC.OO. entregará su premio «Abogados de Atocha» al magistrado emérito del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín.
Aunque al final no podrá venir. Encastillalamancha.es ha hablado con él, nos ha recordado la noche trágica y repasado lo que han sido esos últimos 38 años.
He aquí un testimonio que, seguro, no le va a dejar indiferente…
Alejandro Ruiz-Huerta es el único superviviente de la matanza de Atocha. Allí fallecieron los abogados Enrique Valdevira, Luis Javier Benavides y Francisco Javier Sahuquillo; el administrativo Ángel Rodríguez y el estudiante de Derecho Serafín Holgado. Gravemente heridos quedaron Lola González, Miguel Sarabia, Luis Ramos y Alejandro Ruiz-Huerta.
Los asesinos querían cazar a Joaquín Navarro, líder del Sindicato de Transportes de CC.OO. en Madrid. No le encontraron, pero a cambio abrieron fuego contra todo lo que se movía.
Hoy, 24 de febrero de 2015, Ruiz-Huerta es historia viva de España. Ha hablado con encastillalamancha.es y recuerda lo que pasó aquella aciaga noche fotograma a fotograma, aunque no sea una película, porque sucedió en la vida real. Y ojo, porque afirma que sí, «he tenido mala conciencia de no haber muerto aquella noche…».
Estremecedor.
«UNA BALA REBOTÓ EN EL BOLÍGRAFO QUE LLEVABA EN LA CAMISA, ESO ME SALVÓ LA VIDA»
Y continúa… «El atentado fue una bestialidad y solo el azar permitió que cuatro de las personas que estábamos en el despacho sobreviviéramos. Hubo dos cadencias (secuencias) de disparos, la primera fueron uno a uno y en la segunda nos remataron a todos cuando estábamos tirados en el suelo».
Ruiz-Huerta salvó la vida porque a pesar de todo, ese día el azar estaba de su parte. «Sentí que una bala rebotó en el bolígrafo que lleva en la camisa, cerca del esternón, aunque luego, cuando estaba en el suelo, con el cuerpo sin vida de Enrique Valdevira encima de mí, me dispararon en las piernas, donde recibí otras cinco balas». Fue precisamente el cuerpo de Valdevira el que tapó las zonas vitales de Ruiz-Huerta y evitó que le masacraran.
«No, no se me olvida…».
¿Qué fue del bolígrafo que le salvó la vida? «Días después me lo devolvió Cristina Almeida, se lo habían encontrado horas más tarde en el suelo del despacho, y yo se lo regalé a una enfermera amiga del hospital Primero de Octubre, donde me ingresaron y en el que estuve 10 días.
«CUANDO SALÍ DEL HOSPITAL ESTUVE UN TIEMPO DE CASA EN CASA PORQUE ME PERSEGUÍAN»
La situación llegó a tal punto que incluso llegó a recibir amenazas de muerte cuando estaba ingresado en el hospital, «e incluso cuando salí de allí estuve durante un tiempo de casa en casa porque me perseguían».
Sobre los asesinos (fueron condenados a 193 años de cárcel José Fernández Cerrá y Carlos García Juliá; y a 73 Francisco Albadalejo), también lo tiene claro. «Silencio para ellos, no tengo nada que decirles. Ni siquiera pedimos durante el juicio la pena de muerte para ellos, pena de muerte que estaba en vigor entonces en España. Yo sigo pensando que hay que respetar a todo el mundo, aunque los asesinos perdieran su dignidad con la violencia. Porque no soy quién para perdonarles, prefiero poner tierra de por medio».
Sobre lo que ocurrió esa noche, y otras muchas, antes y después, Ruiz-Huerta escribió un libro que tituló «La memoria incómoda», «los que vivimos los episodios de Atocha fuimos notarios de la realidad, yo tengo la legitimidad que me da haberme jugado la vida. Porque el ADN de la democracia está en Atocha, al menos en los abogados laboralistas».
«LOLA GONZÁLEZ HA MUERTO TRES VECES, FUE UN SÍMBOLO DE LO QUE SUPONE LA MATANZA DE ATOCHA»
Y si comparamos esta España con aquella… Alejandro lo tiene muy claro, «ni se la reconoce, aunque el sistema democrático español está bloqueado, hay una crisis de civilización en general».
Ahora, cuando han transcurrido 38 años de aquella dramática historia que no solo marcó su vida, sino la de toda una generación, recuerda más que nunca a quien fuera también una de las supervivientes, Lola González, quien falleció a finales de enero de este año víctima de un cáncer terminal que no quiso comunicar a nadie. «Lola fue un símbolo de lo que supone la matanza de Atocha, porque ha muerto tres veces».
Y las describe…
«La primera, en 1969, cuando mataron a su novio, Enrique Ruano, y se declaró por primera vez en España el estado de excepción; la segunda, en 1977, cuando mataron a su marido, Javier Sauquillo, en el despacho; y la tercera, en 2015, cuando muere ella. Lola representa el sufrimiento de una generación que tuvo la osadía de enfrentarse al franquismo y pagó por ello un precio muy alto».
«LA MATANZA DE ATOCHA… HAY CIERTA SIMILITUD CON LO QUE PASÓ EN EL SEMANARIO CHARLIE HEBDO»
Alejandro Ruiz-Huerta no milita en ningún partido político, sí en Comisiones Obreras. Sobre lo que ocurrió y si piensa que pudiera volver a repetirse… «No creo que se repitiera ahora una masacre como aquella, quiero creer que la cosa ha cambiado. Aunque en Europa… Quizás hay cierta similitud con lo que pasó en el semanario satírico Charlie Hebdo, fue también en un despacho, fue un acto muy chulesco…».
Han transcurrido 38 años desde la matanza de Atocha y hoy, en Toledo, el magistrado emérito del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín recibe el premio «Abogados de Atocha».
Donde estará, aun desde la distancia, Alejandro Ruiz-Huerta…