Encastillalamancha.es visita a «la cuadrilla Saltón», compuesta por siete espuertas (14 vendimiadores), que cuentan cómo es un día de vendimia en la localidad toledana de Fuensalida. Con múltiples cantos, chascarrillos y el «tranchete» (la navaja que usan para vendimiar), en este municipio practican la vendimia más tradicional. Además, se muestra cómo se hace el vino en la Cooperativa La Soledad y se explica cómo está siendo esta campaña y por qué los vecinos del pueblo han vuelto a la vendimia.
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Entre cantos, viñas, navajas, fajas y el clásico botijo, «la cuadrilla Saltón» pasa una jornada de duro trabajo en la vendimia con alegría y muchas risas. «Saltón» es el apodo del dueño de la viña, Jesús Rodríguez, que atiende amablemente a encastillalamancha.es y presenta, junto al vicepresidente de la Cooperativa La Soledad, Ulises Tenorio, a los parroquianos de la vendimia que trabajan junto a él.
Florentino, Daniel, José, Francisco, Pedro, Juan Carlos, Pablo, Javier, Inocente, Iván, Adil, Dani, Pablo y el propio Jesús Rodríguez; o lo que es lo mismo: Moterre, el Chande, el Calpe, el Metro, Corbancho, el Perero, el Cierva o Harry Potter («tenemos todos nombres de artistas» comentan entre risas), nos acompañan en esta jornada y nos dan la bienvenida nada más llegar diciendo «ahora sí que va a cundir con dos espuertas más«.
La jornada en la viña comienza a las 8 o 8:30 horas y, «amagando el lomo«, están toda la mañana vendimiando cada racimo de uva garnacha (la autóctona de la zona) que encuentran. Van en parejas con una espuerta por cada dos y, alrededor del tractor con el remolque, donde depositan la cosecha, van vendimiando por filas todas las viñas.
Pablo, uno de los jornaleros, cuando sus manos van a ser fotografiadas comenta que tiene «las manos más suaves que los curas» y le dice a su compañero de espuerta «no como tú, que tienes los dedos torcidos». Los más jóvenes de la cuadrilla, Daniel e Iván, comentan que lo más duro de la vendimia es «el primer y el segundo día» porque ya «el tercer día no es nada».
«LO MEJOR, CUANDO PARAMOS A COMER»
En la jornada, que dura siete horas, los trabajadores afanan con su «tranchete» (la navaja empleada en esta tradicional vendimia y que termina en punta curvada) y llegado el mediodía comienza «lo mejor, cuando paramos a comer». A la una se hace este descanso y alguno de los vendimiadores reconoce que lo más costoso es cuando hay que volver al tajo después de este parón.
El día sigue y los más dicharacheros del grupo, Pablo y Juan Carlos (Harry Potter), siguen con sus bromas. Harry le comenta jocosamente a Pablo «solo lo catas cuando llega el sobre» y Pablo se regocija diciéndole que cuando llegue lo tiene «todo hecho».
Los vendimiadores dicen que «lo peor es aguantar al jefe… Pero si se pone tonto lo mandamos a tomar por el culo» explican entre risas, pero en el fondo reconocen que Jesús Rodríguez, aparte del agricultor más joven del pueblo con 25 años, es un buen capataz.
CON LA CRISIS LOS VECINOS DE FUENSALIDA HAN VUELTO COMO JORNALEROS A LA VENDIMIA
En años anteriores en Fuensalida tanto el sector del calzado como el de la construcción acaparaban muchísima mano de obra, la vendimia era cosa de jornaleros inmigrantes, sobre todo venidos desde Portugal.
Con la crisis, muchos de esos puestos de trabajo se destruyeron, por lo que algunos vecinos de Fuensalida han vuelto al campo para ser temporeros en la vendimia, en la recogida de la aceituna o cuando se preste la ocasión.
Por este motivo, ahora en «la cuadrilla Saltón», de 14 personas solo una tiene origen de fuera de España, Adil, quien ya lleva muchos años en la localidad toledana y es un fuensalidano más.
¿Y QUÉ SE HACE CON LA UVA UNA VEZ VENDIMIADA?
Cuando «la cuadrilla Saltón» termina la faena, Jesús, al igual que otros agricultores, hacen cola en la cooperativa para poder dejar las uvas. Allí comienza el proceso para hacer el vino.
Primero se pesa la mercancía y se mira el grado baumé del vino (es el que orienta acerca del grado de azúcar y luego de alcohol que va a tener), se bascula la uva en unos sinfines que llevan el oro morado a la despalilladora para quitar las ramas y hojas. Después pasan a los fermentadores o autovaciantes, que es donde el mosto se fermenta (los azucares mediante la acción de las levaduras convierten a estos en alcohol).
Una vez fermentado pasa a los depósitos, donde el vino se termina de hacer. Para hacer el tinto se emplea el «sistema australiano«, que consiste en meter tablas de roble francés en estos depósitos para que coja más sabor. En esta cooperativa son «claros», como comenta Ulises Tenorio, y no venden este vino como crianza, cosa que se hace en muchos sitios, pero para ser crianza el vino debe madurar en una barrica de roble.
No todos los vinos se hacen igual, por ejemplo el rosado no se fermenta por completo en los autovaciantes, sino que se corta la fermentación entre las 6 y las 8 horas (dependiendo de lo que quiera conseguir el enólogo) y después pasa a los depósitos. Algunos rosados no terminan el proceso de fermentación, por eso su graduación es menor y como algunos azúcares no se han convertido en alcohol, estos caldos son los que conocemos como vinos dulces.
UNA PRODUCCIÓN MENOR, PERO DE BUENA CALIDAD PARA ESTA TEMPORADA
«Cuando la cepa sufre sale una uva de más calidad«, apunta Ulises, y es que este año las previsiones de cosecha están siendo bastante más bajas que las del año pasado. El mes de agosto hizo que las uvas no terminasen de crecer, pero aun así, la calidad de las mismas parece que es bastante buena. El único problema es que tiene menos color, por ello en La Soledad han decidido hacer más vino rosado.
Castilla-La Mancha es tierra de vinos, y buenos, aunque en muchas ocasiones se tienen que malvender los caldos a 20 o 30 céntimos para que en otras denominaciones de origen hagan un negocio mucho mayor con ellos.
Intentando paliar esta situación están en la Cooperativa La Soledad de Fuensalida, su vicepresidente, Ulises Tenorio, nos explica que están intentando comercializar más sus botellas de vino. De momento van bien y en los tres últimos años han pasado de vender 20.000 mil botellas a 100.000, el resto de producción: a granel.