Solo la incertidumbre de saber si habrá Gobierno en España, y cuándo, supera a la segunda cuestión que se hace todo el país y para la que no encuentro respuesta ni he oído o leído a nadie que la tenga. ¿Hacia dónde va el PSOE? ¿Hacia dónde se encamina el partido que más tiempo ha gobernado España, el único que ha regido en alguna ocasión todas las comunidades autónomas del país, el del récord de más de 200 escaños? ¿Cuál es la senda que ha tomado el centenario partido de Pablo Iglesias? ¿Cómo es posible que el único partido que no obtiene vetos de nadie; o, dicho de otra manera, el que podría pactar con las demás formaciones políticas del arco parlamentario nacional es elección tras elección el que más escaños pierde o el que más lejos se queda de sus marcas históricas, sumando en cada cita con las urnas el peor resultado de todos los tiempos?
Busco la respuesta mientras asisto atónita al ¿camino de autodestrucción? que parece haber iniciado el Partido Socialista, con una cúpula que toma decisiones incomprensibles para la mayor parte de su país, para un buen porcentaje de sus votantes y para casi todos sus dirigentes con responsabilidades de gobierno.
Los resultados de las elecciones gallegas y vascas no hacen sino confirmar el desastre, una debacle que solo podría empeorar o acelerarse con unas terceras elecciones generales.
¿Qué piensan en Ferraz de todo esto? ¿Sabe Ferraz hacia dónde se dirige el PSOE? ¿Lo saben sus barones territoriales? Es evidente que la cúpula que dirige el Partido Socialista en estos momentos no es la adecuada para las circunstancias, ni capaz de fijar el rumbo en una mar política tan embravecida como la actual. Van de mal en peor, ofreciendo pactos que sus posibles socios no quieren, abonado Pedro Sánchez a un «NO» que cada vez tiene menos adeptos y con una guerra interna que parece a punto de estallar y hacer saltar por los aires lo que queda del viejo partido.
Sin embargo, la errática senda recorrida por Pedro Sánchez y su equipo no explica como única razón la situación actual del PSOE, que arranca antes de que el hoy secretario general se planteara ni siquiera serlo y que continuará cuando caiga, lo único que parece cierto en la convulsa actualidad del partido del puño y la rosa. Si los socialistas llegan a la conclusión de que con echar a Pedro todo se arregla, sus expectativas no mejorarán.
Tras Pedro Sánchez, ¿qué? No solo hay que responder al qué, sino al cómo, qué, cuándo, para qué… Susana Díaz es la respuesta que más se da, pero la líder andaluza no parece que tenga prisa y mucho menos repuesto en el Sur. Y si a los socialistas les falla Andalucía… Apaga y vámonos.
Lo grave para el PSOE es que su presente está cargado de nubarrones y su futuro, también.
Todos los barcos tienen un rumbo y se dirigen a un puerto o un punto de la costa. ¿Hacia dónde va el PSOE? ¿Hacia el hundimiento?