En apenas unas semanas conoceremos el nombre del sustituto de Obama como presidente de los Estados Unidos de América. Y al margen de republicanos y demócratas, de las simpatías (pocas, muchas o ninguna) que tengamos por ellos, hay una pregunta que solo tiene una contestación: Donald Trump no debería ser ni siquiera candidato después de conocerse que alardeaba de besar y meter mano a mujeres «guapas» sin su consentimiento porque, decía, «cuando eres estrella te dejan hacerlo».
Hay que ser un pedazo de animal con piernas pero sin cabeza para ir por la vida de ser superior por el mero hecho de tener dinero a espuertas y, lo más grave, que el sistema, sea americano o el nepalí, permita que un tipo tan guarro como éste pueda optar a la Presidencia de Estados Unidos o del país que ustedes prefieran.
Así no avanzamos.
«Cero opciones de que lo deje», dijo el ínclito Trump durante el último debate que mantuvo con su contrincante, Hillary Clinton, cuando fue cuestionado por la barbaridad que cometió en 2005.
Definan ustedes como quieran el hecho de besar y meter mano a mujeres «guapas» sin su consentimiento, imagino que el sistema norteamericano tendrá claro en su Código Penal lo que es, pero en el lenguaje moral de todos y cada uno de nosotro es lo que es: una agresión sexual en toda regla. Presunta, sí, pero…
Es impresionante, porque no pasa nada.
Hay incluso congresistas republicanas que ya han dicho públicamente que no le votarán. Y es que alardear de lo que ha hecho debería llevar a su partido, de hecho ya está tardando, a quitarle la candidatura a un tipo que ha demostrado una catadura moral lejana a cualquier realidad, más propia de los primates que del siglo XXI.
Pero seguro que seguirá como candidato y que hagrá millones de mujeres que le voten. Vivir para ver…