Cualquiera que haya visto estos días el Tajo a su paso por Toledo difícilmente podrá creer que fue el paisaje que inspiró hermosos versos de Garcilaso de la Vega. Ni siquiera pensará que es un río. Más bien parece una cloaca.
Las imágenes publicadas en la mañana del sábado 15 de octubre por encastillalamancha.es dieron la vuelta a España y provocaron la indignación de varios cientos de miles de tuiteros a los que alcanzó la noticia y las fotos. Hasta tal punto llegó el malestar por las imágenes que mostraban el cauce del Tajo convertido en espuma blanca, que se popularizó el hastag #ElTajoMuere con la intención de convertirlo en trendic topic.
Unos días antes, el sector hortofrutícola murciano había recibido con aplausos a la ministra de los trasvases, Isabel García Tejerina.
Cuando escribo este artículo se desconoce aún con exactitud qué ha pasado. Desde el Gobierno regional se han tomado algunas muestras y se ha lanzado la opinión de que la causa de la espuma es un vertido que ha llegado al río desde fuera de la región. La Confederación Hidrográfica del Tajo también va a analizar las aguas y ha anunciado una investigación aunque su teoría es que el posible derrame ha estado en la provincia de Toledo. ¡A buenas horas mangas verdes! La CHT es y ha sido cómplice necesario para que el Tajo fuera poco a poco desembalsado al Segura proporcionando a la comunidad vecina una riqueza económica que se ha negado a Castilla-La Mancha. Esa transfusión de agua y prosperidad se ha hecho a costa de un recurso que transcurre por nuestra tierra y apuntalando un gran daño medioambiental.
Desde la Plataforma en Defensa del Tajo y el Alberche, su portavoz, Miguel Ángel Sánchez, me cuenta que puede que ni siquiera sea un vertido, que el problema es recurrente cada otoño, al bajar las temperaturas. La diferencia es que este año es aún más escandalosos de lo normal. Y la concienciación, añado yo, que va creciendo al mismo tiempo que la preocupación de la sociedad por la sostenibilidad del entorno. Mientras, Tejerina es recibida entre aplausos por los empresarios agrícolas murcianos.
Sea o no un vertido e incluso aunque se descubra y sancione a sus responsables, creo como la Plataforma que el gran problema del río Tajo es el trasvase. La tubería consagra la transferencia de agua y una falta de respeto al río que ha mantenido cada Gobierno del país y ha copiado cualquiera, porque dañar o menospreciar al Tajo no tiene consecuencias.
El trasvase no solo lo ha deteriorado y mermado, con consecuencias sobre su ecosistema, sino que hace al río más vulnerable ante cualquier desastre y agrava sus consecuencias. El episodio del fin de semana así lo demuestra, porque es una suma de todos esos factores: sala gratis o muy barato agredir al Tajo y, dado su deterioro y su bajo caudal, cualquier daño tiene efectos más transcendentales porque el río carece de sus propios recursos para defenderse. Y ahí quedan las secuelas. Trasvase tras trasvase. Agresión tras agresión.
Basado en una injustica histórica, el desembalse de agua desde el Tajo al Segura es hoy, además, una anomalía como política hidrológica y medioambientalmente un desastre insostenible, y más en tiempos de cambio climático y en uno de los ríos de España más sometido a sus efectos.
¿Qué hubieran pensado los eurodiputados que lo visitaron meses atrás y cuyo informe ha censurado la existencia del trasvase, el estado del río y la política hidrológica del Gobierno de España? ¿Cómo hubiéramos podido explicar en la Unión Europea que uno de los estados miembros que presume de ser una de sus más potentes economías ofrece a sus ciudadanos ríos como el Tajo…?
No es de extrañar que los murcianos reciban a la ministra Tejerina entre aplausos por haber autorizado el mayor trasvase permitido por la legislación actual. Aplaudían a rabiar los empresarios hortofrutícolas de la Fruit Attraction ante las buenas perspectivas del sector este año, cuanta la prensa murciana, mientras en Castilla-La Mancha algunos pueblos ribereños pasan sed o tienen que anular reservas por el mal estado de la cabecera. Eso sin hablar del daño medioambiental que el trasvase causa en la región allí por donde discurre un Tajo que una vez fue río. Pero ya no lo es.