Casi 200 voluntarios se dieron cita en la Casa de Ejercicios en la Asamblea Anual de Manos Unidas, que contó con la presencia de la vicepresidenta nacional Soledad Suárez Miguélez; el arzobispo primado de Toledo Braulio Rodríguez Plaza; la delegada presidenta diocesana María Antigua Díaz-Toledo y el consiliario diocesano Daniel Palomo.
Soledad Suárez pronunció una conferencia sobre el documento base de la campaña LIII, hablando del sida y otras enfermedades aún por erradicar. En el turno de preguntas se facilitaron datos como: Manos Unidas, ONG de la Iglesia Católica, según los estatutos, no puede recibir más de 25 por 100 de sus ingresos de la administración pública; que en la delegación de Toledo, al contrario que otras delegaciones, la recaudación ha experimentado un incremento del 11,2 por 100, ascendiendo los ingresos hasta finales de octubre en 506.000 euros; que se ha participado en la campaña anterior en 39 proyectos, cifra muy estimable.
La delegada diocesana explicó que se ha conseguido gracias al altruismo de los voluntarios que elaboran jabón con aceite doméstico; rastrillos solidarios en muchos pueblos de la diócesis; bocadillos solidarios; rifas, presencia en mercadillos; confección de libros de recetas próximo a publicar, etc. También destacó la aportación de donativos particulares y algunos ayuntamientos como el de la capital regional y pueblos limítrofes, «que ser voluntario de Manos Unidas es un bien».
Al mediodía y antes de la comida se celebró la eucaristía presidida por el arzobispo y concelebrada por cuatro sacerdotes. El prelado animó a los presentes a seguir trabajando, a estar presentes en los distintos campos de acción y a proclamar que Manos Unidas es una organización eclesial de la que hay que sentirse orgullosos. Por la tarde se presentaron los materiales de la campaña LIII, hablaron los pueblos con sus proyectos y anhelos, concluyendo la asamblea con unas palabras de despedida a cargo de la delgada presidenta diocesana