«Los pasillos del hospitalucho de Gode son quizá la metáfora más acabada de toda la miseria que se reconcentra en esta misión; da igual girar a derecha o izquierda porque por doquier se descubren miradas desoladoras, vidas de Viernes Santo y rostros de perpetuo calvario. Ahí sentados en el suelo arrimados junto a la estera de su pariente (una cama es privilegio de muy pocos) las gentes miran resignadas la llegada implacable de la liberadora muerte. Esos pasillos los recorremos a diario, ya que verdaderamente somos ya parte del paisaje totalmente surrealista de esta macro-síntesis del dolor humano».
Es el día a día del misionero toledano padre Christopher desde Etiopía…
Yesi, abandonada sobre sus propios excrementos. Un testimonio aterrador del misionero toledano padre Christopher desde Etiopía.
Realmente aterrador.
Es parte de la nueva carta que el misionero toledano padre Christopher ha enviado desde el desierto, en Gode. Etiopía, para ser más exactos. Sigan leyendo…
Porque «lo que contempla la mirada del misionero suele ser un panorama que a pocos en este mundo les es dado ver… Ese páramo desolado de recónditos recovecos de dolor, donde la humanidad se retuerce convulsa y el alma se te estruja ante la incomprensible existencia de tanta masa de gente ante la que uno se esfuerza cada día en creer que pertenecen a nuestra misma especie».
LA TERRIBLE HISTORIA DE YESI, ABANDONADA SOBRE SUS PROPIOS EXCREMENTOS
Y habla de Yesi: «Hace un par de meses, recorriendo presurosos esos vericuetos, nos topamos con una gigantesca mujer, la palabra obesa se le quedaría corta; las enfermedades múltiples la tenían postrada sobre el suelo de barro de su destartalada habitación de adobe y enramadas. Dicen que había pasado una semana así, abandonada sobre sus propios excrementos, sin que nadie la visitara. Yesi no tenía a nadie en este mundo».
Como pueden leer, el misionero toledano habla muy clarito.
«Y es triste tener que decirlo porque la verdad es que si tenía muchas personas que se deberían haber tomado la molestia de socorrerla. Yesi era un miembro muy prominente y muy activo de la ‘Iglesia’ pentecostal de Gode. Mientras estuvo sana cantó en el coro, pagó religiosamente sus diezmos, cantó aleluyas a pleno pulmón hasta enronquecer (a veces me parece que quienes gritan en la oración deben pensar como estos pentecostales que su Dios definitivamente tiene problemas auditivos…).
Pero cuando Yesi enfermó de gravedad y dejo de ‘asistir al culto’ nadie de su comunidad vino a visitarla, ni limpiarla ni darle de comer. Algunos vecinos la subieron a un destartalado carromato y fue depositada como desguace humano en un rincón olvidado del hospital. Así nos la encontramos y desde ese instante nos dedicamos en cuerpo y alma a sanar las llagas de su maltrecha pierna y espalda y sobre todo a derramar el bálsamo de la caridad hecha servicio y sonrisa sobre el alma de esta mujer abandonada».
Pero finalmente, «Yesi murió. Y ahí sí que se reunió la comunidad pentecostal en masa».
«SI ALGUNA VEZ QUERÉIS SABER LO QUE SIGNIFICA TENER ELECTRICIDAD, APAGAR LA CAJA DE LOS FUSIBLES DE VUESTRA CASA UNA SEMANA…»
Las condiciones en las que viven todos, se lo pueden imaginar, son las que son… Por ejemplo el padre Christopher habla de la electricidad:
«Si alguna vez queréis saber lo que significa tener electricidad, os invito al sencillo ejercicio de apagar la caja de los fusibles de vuestra casa durante una semana. Os daréis cuenta lo dura, dura que es la vida sin electricidad: sin nevera, sin poder cargar un teléfono o el portátil, sin un ventilador cuando estamos a 37 grados; sin cocina, sin poder congelar alimentos que por lo tanto se pudrían antes de poder consumirlos, ¡sin tantos aparatos que funcionan con electricidad! Sin poder encender una miserable bombilla en la noche».
«ASÍ NO TENDRÁN QUE MORIR EN EL HORRIBLE HOSPITAL DE GODE O TIRADAS EN UN JERGÓN…»
Pero está entusiasmado con el proyecto Tamara, «ya que con la ayuda de todos vosotros pronto tendrá dos importantes novedades: esperamos poder comprar un autobús de unas 30 plazas que nos ayude con el transporte, ya que nuestro ‘cuello de botella’ para poder invitar a más mujeres es la falta de medios para traerlas hasta el centro que tiene la Iglesia a las afueras que se llama Santa María de Galilea. Y la otra novedad es que pronto empezaremos la edificación de un local que se llamará Tamara-Tabor. Una casita en la que podamos alojar a las mujeres a quienes el Sida les gane la partida de la vida; de manera que puedan irse al cielo cerca de nosotros y las podamos atender con todo el cariño y cuidado posible. Así no tendrán que morir en el horrible hospital de Gode o tiradas en un jergón de una habitación anónima de la ciudad».