sábado, 23 de noviembre de 2024
22/12/2016junio 6th, 2017
Mar G. Illán Mar G. Illán

«Se ha ido uno de los mejores. Íntegro, comprometido, sensato, inteligente… Juanjo, compañero, que la tierra te sea leve». Era el tuit que Máximo Díaz-Cano, excompañero y hoy secretario general dela Presidencia en Andalucía, dejaba en la red social pocas horas después del fallecimiento de Juan José González en Toledo en la madrugada del martes 13 de diciembre, tras perder el pulso contra el cáncer.

En pocas palabras se puede definir mejor a un hombre bueno, un clásico de la mejor izquierda española política y sindical, un luchador convencido de sus ideas, que nunca cambió, pero sin dejar de respetar jamás las de los demás.


No se puede decir que fuéramos amigos, pero siempre nos llevamos bien. Lo traté y lo entrevisté desde el principio de los años 90, tomábamos café de vez en cuando para charlar, normalmente de política, una de sus pasiones y tuvo siempre mi afecto y mi respeto, además de mi gratitud por su preocupación por la salud de este medio de comunicación. “Tenéis que aguantar, tenéis que aguantar…”, solía decirme.

Aquí estamos Juanjo, para recordarte y recordar a todos nuestros lectores quién eras y, sobre todo, cómo eras: inteligente, reflexivo, luchador, de izquierdas, amable, respetuoso y sereno. “La diplomacia de Comisiones Obreras”, le llamé en la última entrevista que le hice a primeros de diciembre de 2014 y en la que repasamos las entonces tensas y difíciles relaciones de Comisiones Obreras con el PP y el Gobierno de María Dolores de Cospedal. Pese a todo, tú siempre preferías hablar. Comisiones acudía a ti para mantener abiertas relaciones que parecían imposibles e incluso en los momentos más tensos tú nunca te negaste a llamar a la puerta para intentar hablar, aunque te dieran con ella en las narices.

Aquel diciembre de 2014 la política española daba ya muchos síntomas de alerta. Los nuevos partidos habían irrumpido a lo grande en la escena y yo te pregunté si temías que a Comisiones Obreras le saliera un “podemos sindical” que le hiciera el mismo roto que el Podemos político al PSOE.

Tú me contestaste: “¡De ninguna manera, de ninguna manera…! Porque creo que organizar un sindicato es afiliar a los trabajadores, organizarlos, que sean capaces de enfrentarse juntos a las condiciones laborales y eso no se hace en un rato y es muy diferente a hacer una lista electoral y concurrir a unas elecciones; esto es picar piedra… Nosotros hemos superado ya la etapa y no somos correa de transmisión de ningún partido político… ¡Hombre, no vaya a ser que ahora rescatemos algún viejo esquema donde se vaya a hacer un sindicato que sirva a los intereses del partido pero no a los de los trabajadores!”.

Para ti el sindicato era picar piedra comparado con la actividad política en democracia. Aunque sentías por igual ambas pasiones. Yo primero te conocí como político. Recuerdo los años en los que dirigías IU con los históricos José Molina o Pedro Pablo Novillo y fuisteis expulsados por Julio Anguita por querer abrir la organización hacia proyectos de izquierdas más amplios. Entonces creasteis Nueva Izquierda, discutíais durante horas en asambleas que los de Toledo hacíais interminables, según contaban los de Albacete, que os llamaban “los profundos”, en tono de humor.

Me permito la broma porque me sirve para definir tu personalidad, que era la de un hombre al que le gustaba llegar al fondo de las cosas, que sabía distinguir la categoría de la anécdota y que jamás levantó fronteras ideológicas para el diálogo o la amistad. Sí, Juanjo, la verdad es que eras «profundo». Profundamente sensato. Profundamente íntegro. Profundamente coherente en tu manera de pensar y vivir. Profundamente tolerante. Moral e intelectualmente profundo.

Ahora no se estilan los profundos”, se llevan más el selfie y los 140 caracteres que las tertulias de viernes por la tarde sin prisa y en torno al café, esas que tanto te gustaban.

Debería existir el cielo para gente como tú. Te imagino pidiendo a San Pedro detalles de cómo funcionaba aquello, negociando alguna mejora para la población celestial y reivindicado que los de Alternativa Laica pudierais tener dónde charlar.

Hasta siempre, Juanjo. Fue un placer.

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