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Artículo de opinión 19/01/2017junio 6th, 2017

«Cada año la fiebre conmemorativa nos hace recuperar los calendarios, digitales o en papel, para buscar la fecha más adecuada a nuestros objetivos y finalidades; los números de los meses y de los días entran por arte de magia en el diseño de un plan estratégico, de un programa electoral, de una programación cultural o simplemente de una estrategia publicitaria.

Si hablamos de efemérides literarias, es secundario la posibilidad de leer o no leer al autor que conmemoramos; si destacamos una figura histórica o eclesiástica, no entramos en la profundidad del personaje. Por ello es importante dejar de lado los simplismos y las ideologías en ciertas celebraciones, ya que abandonamos los textos y los contextos, que tanto aportan a la dignificación de la conmemoración.


Algo que suele ocurrir, y mucho, con Miguel de Cervantes Saavedra. De Cervantes y su incesante cabalgar podemos destacar algunas cuestiones. Sus conmemoraciones deben servirnos, como puede ocurrir en este año 2017, para profundizar aún más en la lectura. No se entiende una conmemoración literaria en el que no exista un planteamiento serio de un programa de animación lectora y promoción de la red de bibliotecas. No se entiende una celebración literaria que deje de lado las obras de Cervantes y su estudio, su acercamiento, su conocimiento.

Buenas prácticas de conmemoraciones esenciales encontramos en todo el mundo. Lugares en los que se entiende el cervantismo como una posibilidad de acercamiento y fomento de la lectura, pero también, de reflexión sobre la sociedad de la época de Cervantes y particularmente de nuestra actual sociedad. Conmemoraciones que hacen tender todo hacia el concepto de desarrollo cultural y social, encaminando actuaciones musicales, teatrales, artísticas, literarias… para el mayor conocimiento del autor, en este caso de Cervantes, y el mayor desarrollo de la lectura y de la escritura.

Esos lugares se conocen bajo los nombres de Quintanar de la Orden (Toledo) y su Centro Cervantino Cultura XXI, Mota del Cuervo (Cuenca) y la Asociación de Amigos de los Molinos de Viento, El Toboso (Toledo) y su Centro Cervantino. Pero si miramos más allá de nuestras fronteras, teniendo en cuenta que en la literatura no existen fronteras, llegamos a Guanajuato (México), y su Museo Iconográfico del Quijote, el Centro de Estudios Cervantinos, el Festival Internacional Cervantino y los afamados y entrañables Entremeses Cervantinos; y también a Azul (Argentina), con la Biblioteca Popular Bartolomé J. Ronco y el Festival Cervantino de Azul.

No son las únicas instituciones o lugares del mundo en los que podemos encontrarnos con Cervantes desde planteamientos más culturales y literarios, que dejan de lado personalismos para ponerse al servicio de la cultura, pero son enclaves que todo cervantista y apasionado de Cervantes debería situar en su entramado cultural.

Es una invitación para la innovación cultural que ayuda a cambiar el mundo, que transforma la sociedad, que inculca valores, que reforma programas para poner la literatura, la lectura, los libros, en primer plano del desarrollo cultural de los pueblos del mundo».

Fernando Redondo Benito es presidente de honor del Centro Cervantino Cultura XXI.

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