«La titularidad eclesiástica de la antigua sinagoga de Santa María la Blanca queda perfectamente demostrada con la aportación documental que custodia el Arzobispado de Toledo y no ofrece ningún tipo de duda». Así ha respondido el Arzobispado de Toledo a las demandas procedentes de la comunidad judía que pide la devolución de este monumento construido hacia 1300 por los sefardíes de la ciudad.
Santa María la Blanca.
En un comunidado de prensa, señala que esta titularidad eclesiástica del edificio data de 1929, cuando el rey Alfonso XIII restituyó la propiedad al Arzobispado de Toledo. «Así ha sido poseída, administrada y cuidada, sin ninguna mácula que haya afectado durante estos tiempos ni a su conservación ni a los fines que este edificio monumental ofrece a la sociedad». Argumenta igualmente que la posesión y uso del edificio por parte de la Iglesia ha sido pacífica y ampliamente aceptada y nunca se ha acusado al titular legítimo de abandono, restricción de visitas, disfrute cultural y disponibilidad para cuantos eventos pastorales, culturales y artísticos se han realizado en ella.
Desde el Arzobispado apuntan que la Iglesia de Toledo goza de todos los derechos legítimos que le concede la legislación española y, «siendo consciente del valor artístico e histórico que tiene el monumento, conjuga desde siempre y sin ninguna restricción, la posesión del edificio con el derecho que todos los ciudadanos tienen al goce y disfrute del patrimonio español, sea de titularidad estatal, eclesiástica o privada».
Por otro lado, niega que el presidente de la Federación de Comunidades Judías Españolas, Isaac Qerub, haya pedido por escrito al arzobispo Braulio Rodríguez una reunión oficial para abordar este asunto.
El Arzobispado explica que, de los ingresos obtenidos a través del tercer monumento más visitado de Toledo, el 35 por 100 se destina al Fondo Común Diocesano para atender diversos pagos, entre ellos los de rehabilitación del patrimonio diocesano en otros lugares de la archidiócesis. Además, se destinan 96.000 euros anuales para ayuda a los monasterios de clausura de la ciudad de Toledo y el resto al pago de nóminas y al mantenimiento del edificio.
Desde el año 2003 la Iglesia ha invertido 769.581,10 euros en su conservación. La última intervención sobre cubiertas y paramentos, acometida por el Arzobispado de Toledo, se realizó en el año 2014.
Construido como sinagoga a mediados del siglo XII, en 1411 el edificio se transformó en iglesia, bajo la advocación de Santa María la Blanca, tras las matanzas de judíos en el reino de Castilla del año 1391 (que en Toledo se produjeron el 20 de junio). El Arzobispado aclara que no fue, pues, san Vicente Ferrer quien desposeyó a los judíos de Toledo de la sinagoga, como se suele repetir.
El cardenal Juan Martínez Silíceo instaló en este edificio un beaterio y refugio para mujeres arrepentidas, después de repararlo y ampliarlo, con la advocación de Nuestra Señora de la Piedad, que permaneció abierto hasta 1666, quedando el edificio, desde entonces, como ermita.
En 1791 esta ermita fue transformada en cuartel, en la misma operación que convirtió en acuartelamiento el hospital de San Lázaro y en la que intervinieron el cardenal Lorenzana y el conde de Campo Alange, Ministro de la Guerra. Un informe de 1798 reconoce que amenazaba ruina y se convirtió en almacén de la Real Hacienda. En el siglo XIX la Comisión Provincial de Monumentos lo utilizó como depósito y procedió a su restauración en 1851. En 1929, el rey Alfonso XIII restituyó la propiedad al Arzobispado de Toledo; «no en 1939, bajo el régimen del general Franco, como a veces se ha afirmado».