sábado, 23 de noviembre de 2024
Espectáculo de los políticos 27/04/2012junio 13th, 2017

A las 11 de la mañana, todos los días laborables, salíamos al recreo. Unos se comían el bocadillo, otros se iban al final del patio a echarse el cigarrillo de adolescentes mientras los hermanos Maristas hacían la vista gorda y la mayoría disfrutaba, esa media hora de alegría común, de un partidillo de lo que fuera para descargar la tensión de las dos primeras horas de clase. Y para prepararnos para las otras dos que se nos venían encima.

El recreo, esa cita de dispendio, risas y broncas futboleras que todos hemos vivido y que en muchas ocasiones sacaba de nuestro fuero interno el ramalazo de pandilleros en plena pubertad que llevábamos dentro.


Y que estaba en mi recuerdo juvenil hasta que el jueves 26, ya casi cuando me disponía a marcharme de las Cortes de Castilla-La Mancha cerca de las nueve de la noche, regresó a mi memoria. Pero no se imaginan ustedes cómo ni por qué.

Si tanto mis compañeros de colegio como yo hubiéramos protagonizado entonces lo que yo vi y escuché ayer en el Parlamento, dentro de la sala donde se dan cita los 49 diputados elegidos por los castellano-manchegos y que en teoría nos representan, estoy convencido de que se nos habría acabado el recreo durante el resto del curso, nos habrían llevado a la biblioteca primero para obligarnos a escribir 100 veces «tengo que tener al menos un poquito de educación y respeto por los demás» y acto seguido hubiéramos pasado por la capilla para intentar redimir nuestros pecados.

Acto de contrición mediante para lo que restara de curso por haber ofendido no solo a Dios, claro, sino un arrepentimiento por haber obrado mal. Y del recreo ya ni hablar, esa palabra que hubiera quedado en el olvido.

Pecados que entonces podrían parecer banales, pero que en este caso, tratándose de quienes estamos hablando, son de tamaño capital.

No entraré en el fondo de la razón, que no de la cuestión, porque conociendo a mis clásicos seguro que todos dirán que «sí, pero el otro más». Lo que no se puede admitir es que un debate político sobre educación (tiene guasa la cosa, ¿eh?), termine convirtiéndose en una algarada gratuita, libertina y, efectivamente, de patio de colegio pagada por todos y cada uno de los ciudadanos.

Porque mientras el consejero de turno, Marcial Marín, intentaba lanzar su discurso los diputados de uno y otro bando se dedicaban los más sonoros epítetos para sonrojo de quienes, atónitos y a punto de taparnos la cara por la poquita vergüenza que nos queda, asistíamos, sí, sí, sí, ¡a un supuesto debate en el que deberían tratar de solucionar nuestros problemas! ¡Un debate sobre educación entre personas que estaban demostrando precisamente todo lo contrario!

¡Y SE MONTÓ LA MUNDIAL!

Dos palabras pronunciadas por una diputada del PP, Inmaculada López, «indecentes e imorales», fueron el detonante después de que previamente acusara al secretario regional del PSOE, Emiliano García-Page, de cobrar de las Cortes y no acudir a los Plenos (lo cual no es así, porque aunque es senador por designación autonómica no recibe ni un euro del Parlamento regional).

A partir de ese momento… ¡La mundial!

José Luis Martínez Guijarro, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, intentó que la diputada «popular» se disculpara; pero ante el caso omiso que le hizo el presidente de las Cortes, Vicente Tirado, quien no lo creyó oportuno, saltó al ruedo Jesús Fernández Vaquero, un clásico entre los clásicos y mano derecha de Page.

Tirado debió suspender el Pleno para tratar de atajar de raíz la que se avecinaba, pero no sucedió así. La mano izquierda que él pedía durante la pasada legislatura una y otra vez, unas veces con razón y otras sin ella, también debería aplicarla ahora. Y daría una lección.

La algarada (estamos hablando de nuestros políticos, no se olviden de este importante detalle) no solo continuó sino que fue en aumento. Llamadas al orden, voces unas más altas que otras, diputados por el pasillo central, ¡Marín intentando hablar desde la tribuna porque era su turno!…

Hasta que después del espectáculo en toda regla Tirado le dijo a Marín que su turno se había acabado (no había podido apenas hablar) y el Pleno llegó a su fin.

Yo les hubiera obligado a repetir el Pleno entero y me da igual que hubieran tenido que acabar a las siete de la madrugada del día siguiente.

Sí, les hubiera obligado a repetir el Pleno para vergüenza de ellos mismos, porque espectáculos de este calado son de los de manual, de los que hay que enseñar en las facultades de Política para sonrojo de nuestros diputados sobre qué es y no la política y el debate.

No es para reír, no, aunque tengan una sonrisa ahora en su cara.

Porque a este paso no nos sorprenderá que mañana mismo les contemos que algunos han llegado a las manos.

La tensión acumulada durante años en la vida política regional y de forma especial en los últimos meses por la situación económica que vivimos ha calado. Legítima tensión, no voy a decir yo ahora que no, pero no para que ellos se olviden de que no están en ningún bar y que se les paga para solucionar, instruir, educar y dar ejemplo.

Pero para eso hace falta algo más que denominarse «político».

Algo más que yo no vi en el Pleno de las Cortes del 26 de junio de 2012.

Y no salvo a nadie, ni del PP ni del PSOE, tengan razón o no. Porque esto no es una cuestión de política, sino de educación.

Esa palabra que…

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