Cipriano González es el amigo de los pobres de Toledo y cada año realiza entre seis y ocho repartos de comida (en Navidad también juguetes para los niños). Tiene 80 años a sus espaldas y nació en Menasalbas (Toledo) justo en 1936, año de inicio de la Guerra Civil, «y por eso pasé tanta hambre, hijo, ¡es que éramos nueve hermanos! Mi padre era el contable del carbón en El Robledo, el que pagaba todo el carbón que se hacía en El Robledo, en San Pablo de los Montes, mi padre pagando a toda la gente ¡y nosotros no teníamos ni para comer, estábamos muertos de hambre!». Con cinco años pedía por las casas aunque fuera un mendrugo de pan, con 14 le metieron en un convento porque así podía educarse y, sobre todo, comer, y después…
Cipriano trabajó en Standard, en Toledo, durante nada menos que 40 años, donde hizo absolutamente de todo, «pero principalmente clasificaba tickets».
Por cierto, lo que están leyendo es la Entrevista Irreverente de encastillalamancha.es.
«El ser humano tiene que educarse para acabar con el hambre»
¿Todavía hay muchos pobres?
Hay muchos pobres, sí. Hay muchos pobres todavía y cada día más. Pero además, en peores condiciones, ¿eh? La gente no tiene trabajo, tienen hijos y están pasando muchas penas.
¿Es tan grave como en los años de la crisis?
Sí que es grave, sí.
¿Qué tipo de personas viene a su ONG a pedir comida?
De todas clases.
¿Cómo se acaba con el hambre en el mundo?
Pues… Para que se acabe el hambre lo primero que tiene que hacer el ser humano es educarse y no ser codicioso. El ser humano nace con una enfermedad que es la codicia y eso es imposible borrarlo. Estamos todos los días viéndolo en los medios de comunicación, porque gracias a ellos nos enteramos de todos.
¿Por qué unos tienen tanto y otros tan poco?
Porque desarrollan la codicia, que es como la envidia. Si uno tiene muchos millones, ¿para qué roba a los demás?
¿Cómo acabaría Cipriano González con el hambre?
Pues muy sencillo. Cuando un señor entregue una cantidad de dinero para ayudar a los pobres, ese dinero hay que seguirlo hasta el final, hasta que llegase al pobre. ¡Pero que llegase realmente al pobre! Si usted da millones pero no sigue dónde va ese dinero, usted no sabe finalmente dónde va.
«El dinero tiene pega, se mete en el bolsillo y ya no sale»
O sea, que parte del dinero que es para ayudar a los pobres se queda por el camino…
Eso lo estamos viendo diariamente, no es que lo diga Cipriano. Es que el dinero tiene pega, y cuando se mete en un bolsillo ya no sale. Digo yo que es así, porque lo que veo es que cada día se cogen mucho dinero y siempre hay miseria. ¿Dónde va ese dinero?
¿Hay personas famosas que vienen a pedirle comida?
Bueno… Famosos que digamos… Gente que ha estado anteriormente en muy buena posición sí. Famosos no, pero… A veces se ponen a la cola y la mayoría vienen otros días que no son los de reparto.
¿El caso más grave que ha conocido?
Uffff… ¡Tengo 50.000! Porque bueno, hay casos… ¡Qué le voy a contar! En la presa del puente de San Martín, en Toledo, vivía una familia que tenía siete u ocho hijos, y el padre solo ganaba para el pan como ganaba mi propio padre. A esa familia la estaba surtiendo Cipriano. Había otro al lado de San Juan de los Reyes que tenía cuatro hijos y se quedó viudo, Cipriano estaba ahí. Una señora que vivía en la estación de autobuses con una niña pequeñita (en este momento se echa a llorar) en una especie de cabaña que hizo, vino y señor y me lo dijo… Otro caso que eran nueve hijos y el padre se fue por un lado y la madre por otro, dejándoles los nueve hijos a la abuela con setenta y tantos años… Yo los vestía, yo los calzaba, yo los daba de comer… ¡Y así 50.000 casos!
«Pasé mucha hambre hasta que entré en el convento»
Usted ha sido cocinero antes que fraile, ¿cuándo fue la última vez que pasó hambre?
En 1953, hasta que ingresé en el convento de Santa María de Huerta, en Soria. Tendría unos 14 años. Hasta ese momento había pasado mucha hambre. En el convento ya me dieron de comer. Pasé hambre en realidad hasta que encontré la brecha de los soldados. Una vez, yo tendría cuatro o cinco años, estaba sentadito en una piedra y vi pasar un camión que llegaba al cuartel militar de mi pueblo, Menasalbas (Toledo), y empezaban a descargar barras de pan. Me acerqué a ver si me daban un trocito, me pasaron para dentro, me dieron de comer y pan para llevar a casa. A partir de entonces me daban tres o cuatro barras para que las llevara a casa todos los días.
¿Quién fue su primer amor y a qué edad?
Mi primera esposa, Juani, tiempo después de salir del convento, qué edad tendría yo… Para ir a la mili poco más o menos.
¿Le han dado muchas calabazas amorosas?
No, no, no, no… No, porque no…
¿Usted hubiera dado la orden de matar a Bin Laden?
Matar no, pero sí cogerle y tratar de corregirle, coger a tres o cuatro que le vigilaran para que no pudiera hacer nada. Y si haces algo ¡que sea el bien, no el mal!
El día que Cipriano González montó en avión…
¿Alguna fobia confesable?
Sí, sí, sí, sí, sí… ¡A volar! Las alturas son imposibles. He montado tres veces en avión y lo he pasado mal, mal, mal… ¡Muy mal! Se lo digo sinceramente. No monto más, no. No puedo remediar pensar que estamos a esa altura.
¿Es partidario de que las parejas de homosexuales adopten niños?
Yo, particularmente, no. Pero ellos que hagan lo que quieran, aunque eso de los niños… Lo veo más complicado.
¿Una anécdota en un viaje?
Una vez nos llevó Standard a Palma de Mallorca y me tocó el asiento de la ventanilla del avión. Cogí y me fui al centro.
¿Algo desconocido de Cipriano González que nos sorprendería?
No, no… Solo que colecciono garbanzos y judías… Ja, ja, ja…
Sea sincero, ¿qué piensa de los periodistas?
Llevan cantidad de años ayudándome pero, aparte de eso, ¿qué sería del ser humano sin la información? Sin información estaríamos igual que en la época del candil, atrasados y sin educación. La información no puede faltar.
«Mi primer sueldo fueron cuatro o cinco pesestas a la semana»
¿Cuál fue su primer sueldo?
Muy poquito. Quizás fuesen cuatro o cinco pesetas a la semana haciendo espaditas pinchauvas que se llamaban, pero rápidamente me metí en Standard, donde estuve toda mi vida.
¿Alguna vez ha cobrado en B?
¡No!
¿Tiene algún tatuaje o piercing?
¡No, no, no, no, no…! No me gustan. Nunca me han gustado ni me gustarán. Respeto a todo el mundo, pero a mí no…
En caso de necesidad, ¿qué estaría dispuesto a hacer? Uno, robar para comer; dos, prostituirse para comer; o tres, engañar a Hacienda.
No, no, no… No haría ninguna, me moriría de hambre antes de hacer alguna de esas cosas.
¿Le gusta bailar?
No. Porque es que además ni sé bailar.
¿Pena de muerte sí o no?
No, por supuesto que no.
¿Ha robado alguna vez?
No.
Y a usted, ¿le han robado?
Tampoco. Nada, ni robado ni atracado.
¿La famosa que más le atrae físicamente?
Rocío Jurado.
¿Qué nos puede contar de la primera vez que hizo el amor?
Ja, ja, ja… ¡Ya hace muchos años, hijo, hace muchos años! Pero… Yo qué sé, es que fue hace muchos años… Ja, ja, ja…