Quizás el nombre no les suene, casi seguro que no, pero serán pocos los que no hayan visto las imágenes del reportero gráfico Abd Alkader Habak llevando entre sus brazos a un niño después de que un vehículo lleno de explosivos estallara en Alepo y provocara el caos de cada día en Siria y que nos hace preguntarnos a todas horas para qué cojones servirán la OTAN, la ONU o cualquier organización que se les parezca y que casi nunca llegan a tiempo para lo que se las requiere. O si lo hacen apenas nos enteramos. Las imágenes las publicó el freelance Omar Ghabra en las redes sociales.
Syrian videographer @AbdHabak, who was reporting from Khan Sheikhoun last week, at the scene of today’s massacre. Haunting. pic.twitter.com/qfu90zgkoX
— Omar Ghabra (@omarghabra) 16 de abril de 2017
Es la imagen más terrorífica de las que hemos visto en los días de Semana Santa. Pero como el que oye llover, aquí no hay paz ni, por supuesto, después gloria.
Abd Alkader Habak dejó de apretar su dedo y encogió su alma
Abd Alkader Habak fotografiaba el caos en el que se convirtió la zona, más de 125 personas muertas, entre ellas 68 niños, pero al escuchar un llanto de una de estas criaturas dejó de apretar el dedo para encoger su alma y salir pitando de allí con el niño entre sus brazos para intentar ponerle a salvo a los pies de una ambulancia. Después se derrumbó, se arrodilló y soltó toda su rabia con las lágrimas que le salieron del corazón.
Los explosivos dejaron su rastro de sangre y muerte durante una evacuación pactada de miles de civiles y de combatientes de ambos bandos de una guerra que ha destruido un país entero (el periodista Carlos del Amor lo define como «El Gernika a diario») y del que apenas quedará el rastro de la miseria humana porque entre unos y otros no se ponen de acuerdo, se torturan, se matan y aquí no hay ni Dios que ponga paz después de unos años en los que vivir allí es lo más parecido a sobreviva como puedas. El terror a la puerta de casa. Del patrimonio sirio mejor ni citarlo, que nos desgarra aún más las carnes.
Si a este episodio, que es el drama diario sirio pero que la mayoría de los horrores que allí se viven ni siquiera nos llegan, le añadimos los de los refugiados que intentan llegar por mar o tierra y que muchos de ellos sucumben y mueren en el intento, ya tenemos la otra cara de la semana de pasión.
[ze_summary text=»Se nos llena la boca de paz porque los conflictos, la muerte, los seguimos viendo de reojo»]Se nos llena la boca de paz porque los conflictos, la muerte, los seguimos viendo de reojo[/ze_summary]Mientras, el mundo, o gran parte de él, mira para otra parte.
Porque cuando no es Siria es la antigua Yugoslavia o cualesquiera otra nación a un par de horas poco más o menos de la Europa impasible y unas pocas más de la rica y sorprendente América. Sin olvidarnos de Corea del Norte, a expensas de lo que decidan los chinos. La cuestión es que, efectivamente, se nos llena la boca de paz porque los conflictos, la muerte, los seguimos viendo de reojo.
Efectivamente, estamos rodeados de siglas como OTAN, ONU y no sé cuántas asociaciones más que casi nunca están cuando se los espera.
Así es la vida, una guerra diaria.
@CesardelRioPolo
cesardelrio@encastillalamancha.es