«Es enorme el debate que se ha abierto en Castilla-La Mancha en torno a la no aprobación de los presupuestos regionales.
El PSOE ha puesto toda su maquinaria en marcha para explicar las innumerables plagas que azotarán nuestra región.
Una vez más, en este cometido, como le sucediera al PRI de México, no ha sabido diferenciar dónde acababa el partido y dónde comienza la alta institución que representa la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Han dicho que se ponen en peligro una mejor financiación para la Universidad, más inversiones para los futuros hospitales, la mejora de los regadíos, las mejoras en educación y sanidad, más ayudas para los dependientes, etc. La primera reflexión que deberíamos hacer es que si alguien ha puesto en peligro el estado del bienestar y las posibilidades de desarrollo de nuestra sociedad, ése ha sido el PSOE, quien a través de Rodríguez Zapatero y con el apoyo complaciente del PP reformaron el art. 135 de la Constitución, priorizando el pago de la deuda a los banqueros sobre el resto de gastos.
Mientras tanto, el PP ha centrado mayoritariamente su crítica política sobre el partido minoritario de los tres que están representados en las Cortes Regionales. La crítica contra el Partido Socialista Obrero Español y contra el presidente regional ha sido, por llamarla de alguna forma, tibia. Incluso ha sido escasa, por no decir inexistente, la crítica sobre los propios presupuestos, cuando la lógica parecería indicar que debería haber sido el centro de ese debate.
La explicación la obtenemos con una simple lectura que hagamos de ellos. Estos del 2017 son una mala copia de los del 2016, y lo que resulta más indicativo es que estos últimos también son muy similares de los de 2015, 2014… Es decir, de los presupuestos de los recortes de Cospedal. Evidentemente, el PP no puede criticar unos presupuestos que son los suyos propios. La confirmación se encuentra en las voces que han surgido desde el Partido Popular ofreciéndose para sacar adelante los presupuestos que, reitero para que no haya lugar a dudas, son una copia de los que aprobaba el PP cuando gobernaba. La más cualificada de las voces, la de su presidenta regional, que ya en su día, cuando se teatralizó la ruptura del pacto de investidura, se ofreció para mantener a Emiliano García-Page.
Y en esta ecuación no podemos olvidar al factor menor del trío representado en las Cortes Regionales, al que se le ha responsabilizado de todos los males, y cuya dirección regional ha tenido muchas dificultades en explicar el porqué de su decisión.
Su defensa ha consistido en la justificación de que no se hubieran aprobado algunas de las enmiendas que, en total, sumaban el valor de 40 millones de euros. Cantidad que siendo enorme para cualquiera de nosotros, resulta insignificante si hablamos de los casi 9.000 millones de euros que representa el total de los presupuestos regionales. Tan solo representaban el 0,44 % del total. Tampoco parece una defensa sólida a los ataques que está recibiendo su oferta de negociar unos nuevos presupuestos cuando no lo han hecho con anterioridad a estos mismos.
Sobre estas bases se pueden sacar algunas conclusiones, aunque siempre obligados por la brevedad que este tipo de escritos requiere, por lo que desde este mismo momento me ofrezco a debatir con mayor extensión y detalle con quien lo desee y en el foro que se me proponga.
Y la primera reflexión que debemos hacer es que el PSOE ha buscado voluntariamente este escenario al que ha llevado a la dirección regional de Podemos. Desde el comienzo del debate de las enmiendas, el partido del gobierno no solo no aprobaba las de los socios que les resultaban necesarios sino que comenzó una campaña de movilizaciones para desprestigiarlos, como hizo con la Fundación Impulsa. Es evidente que cuando en vez de contentar a los socios que te resultan imprescindibles lo que haces es provocarles, el resultado que buscas es el del desencuentro.
Este es el escenario que pretendía el PSOE para lanzar el mensaje de que la ruptura del bipartidismo supone inestabilidad para el “buen gobierno”. La seguridad se encuentra en el bipartidismo.
Este pensamiento coincide plenamente con el de la lideresa socialista a la que García-Page ha ligado su futuro político, Susana Díaz, la que rompió el gobierno en Andalucía con Izquierda Unida para pactar posteriormente con la marca blanca del PP, es decir: Ciudadanos.
Esta táctica la ponen en marcha cuando se han dado cuenta de que se les ha echado el tiempo encima para poder reformar la ley electoral (que, para mayor inri, era un compromiso que habían adquirido en el pacto de investidura), esperando que cambiara la conformación electoral en la región y pudieran recuperar los votos perdidos en 2015. Por ello, tampoco es casualidad que recientemente el Gobierno Regional haya abierto un periodo de consultas para reformar el Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha y también la ley electoral. Sin posibilidad de llegar a tiempo para reformar la ley electoral; la alternativa es volver al bipartidismo, liquidando a los que hasta ahora les han permitido gobernar.
El PP se encuentra cómodo en este escenario. Los presupuestos que se prorrogan de 2016, como hemos dicho anteriormente, son una copia de los suyos de 2015. Igualmente, estarían cómodos aprobando los de 2017, que innovan muy poco con respecto a los anteriores. Y tampoco le importaría jugarse a una carta el gobierno si volviera el bipartidismo a la región.
Desde el primer momento en que Izquierda Unida conoció la propuesta de los presupuestos, dijimos que no nos gustaban en absoluto, que no eran los que nosotros hubiéramos aprobado. La diferencia existente entre los presentados por el Consejero de Economía y los que hubiera apoyado IU con su voto es mucho mayor al 0,44 %. Son unos presupuestos llenos de servicios privatizados, que no crean empleo dignamente retribuido, que no avanzan decididamente en recuperar la sanidad, la educación, la ley de dependencia, no recuperan el empleo destruido por Cospedal entre enseñantes y sanitarios. Unos presupuestos que destinan casi el 20% al pago de una deuda cuya auditoría nadie ha sido capaz de plantear, para saber si existe la obligación de pagarla. Unos presupuestos que no dotan económicamente la necesaria y anunciada Ley de lucha contra la violencia machista, que hablan muy poco de cultura y que olvidan el hospital de Toledo.
Ahora el PSOE y el Gobierno Regional han anunciado que se reunirán con “cientos” de organizaciones y asociaciones para explicar la situación actual, aunque hubiera sido deseable que lo hubieran hecho con anterioridad a la presentación de los presupuestos, como por ejemplo con IU: la tercera fuerza política regional. Pero no lo hicieron antes, sino que lo hacen ahora, tan solo para convencer a todos del peligro que supone su no aprobación, y que ello conlleva la parálisis total de nuestra región.
Pero si esto fuera cierto, lo primero que habría que destacar es la gravedad e irresponsabilidad de un gobierno que ha sido incapaz de alcanzar acuerdos para no haber llegado a esta situación. Como consecuencia de lo anterior, las únicas dos salidas serían: la conformación de un nuevo gobierno totalmente renovado y que fuera capaz de acordar unos presupuestos desde su minoría parlamentaria, o la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones regionales.
Pero pensamos que no convocarán elecciones anticipadas porque el marco de juego es perfecto, no para los castellanomanchegos y castellanomanchegas, sino el que ha buscado el Presidente Emiliano García-Page. En su mano y en la de sus socios “de facto”, el PP, se encuentran varias alternativas. Aprobar los presupuestos de 2017 con los votos a favor o la abstención del PP, o las modificaciones puntuales de los prorrogados del 2016. En ambos casos el PSOE utilizará el argumento de la poca seguridad que dan todos aquellos que rompen el bipartidismo. El acoso y derribo está servido. Y lo dicho no corresponde a elucubraciones sin fundamento, como lo prueba que hace escasos meses el aparato del PSOE dio un golpe contra su propio Secretario General, elegido por las bases socialistas, para aupar en la presidencia del Gobierno Central a Mariano Rajoy, hecho éste que podría haber parecido descabellado tan solo semanas antes. Pero sucedió.
Como decimos, son varias las soluciones que el PSOE y el Gobierno Regional tienen para resolver este problema buscado por ellos mismos. Pero todas pasan por proclamar al bipartidismo como única posibilidad de lo que anteriormente llamábamos el “Buen Gobierno”. De esta forma descalifica y denigra la alternativa política que le ha surgido o le pueda surgir por la izquierda.
El discurso ya está preparado. Lo que interese al Partido Socialista sacar adelante lo hará, bien con el apoyo del Partido Popular, bien buscando los resquicios legales que le permiten la prórroga de los Presupuestos. De todos los males que en estos dos próximos años puedan surgir en la región, el Partido Socialista y el Gobierno Regional no dudarán en imputárselos a Podemos.
Y siendo esto totalmente incierto, ya que de todo lo que pueda pasar los únicos responsables son los que están gobernando, también debemos decir a Podemos que no deberían haber olvidado que estaban llamados, no a enmendar unos presupuestos del PSOE copiados de anteriores del Partido Popular, sino a transformar esta sociedad en beneficio de las clases populares de las que recibió el apoyo, movilizando a los sectores y personas más castigadas de nuestra región. En este escenario, como ya hemos trasladado a su dirección regional, nos encontraremos hombro con hombro».
Juan Ramón Crespo, coordinador regional de Izquierda Unidad Castilla-La Mancha