Por más que miro y remiro el video sigo sin salir de mi asombro. Se llama Gema, tiene nueve años, es castellano-manchega, tiene parálisis cerebral y se comunica con los demás a través del ordenador moviendo los ojos. Y digo que me asombro no solo por el avance tecnológico que algunos maravillosos cerebritos se trabajan para que los demás puedan aumentar su calidad de vida, sino fundamemtalmente por esta niña toledana que junto a su pedagoga terapéutica, que se llama Sol Solís, han protagonizado un canto a la vida que me asombra.
Dice Sol, en un maravilloso reportaje que publicamos hace unos días, que trabajar con Gema «ha sido la mayor experiencia laboral y personal de mi vida». Creo que con eso queda todo dicho.
Los avances de Gema han cambiado la vida a mucha gente
Pero es que Gema ha abierto una puerta así de grande a muchísima gente que como ella no puede comunicarse al modo habitual. Como a quienes les rodean. Por eso Ruth, la madre de Gema, dice que les ha cambiado la vida, que han pasado de no entenderla a que participe de forma activa en su casa, a que pueda atender en la escuela y a que los demás capten sus bromas.
Porque además Gema, lo que me impresiona todavía más, tiene un sentido del humor que para sí quisieran muchos y muchas. Si quieren seguir un poquito más de cerca a esta niña acérquense a Facebook y tecleen «Los ojitos de Gema», donde comprobarán cómo no nos hace falta apenas nada para conseguir tanto.
El sistema Irisbond tiene la culpa de todo. Y quienes lo han creado más todavía. Una startp de origen español gracias a la que Gema, simplemente con sus ojos, ha aprendido a leer y a escribir.
Así nos cambia la vida, con avances tan brutales que si te paras unos minutos a pensarlo parecían increíbles hace apenas unos años. Incluso meses. Gema, que tiene un coeficiente intelectual superior a la media, presentó en el Hospital de Parapléjicos, en la capital regional, el sistema que le ha abierto las ventanas al mundo de par en par. «Es una máquina con el ordenador», decía su madre.
Una máquina con los ojos, una máquina con los sentimientos, una máquina con el corazón…
Muchas veces, cuando uno quiere, puede.