lunes, 25 de noviembre de 2024
22/05/2012junio 13th, 2017
César del Río César del Río

El cajón 409 es lo más parecido que hemos oído a la caja 507, aunque la primera es en versión real y la segunda solo una versión cinematográfica. O la práctica del cajón, como lo definió el viernes 18 la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, durante la presentación de los Presupuestos Generales de la región para los meses que restan de 2012.

Un cajón que cuando se abría, y según quién, te podía entrar una «tembliquera» de aquí te espero. Así ocurrió, que la bola de nieve fue creciendo tanto que no hubo ni barreda (perdón, barrera) que lo parase. Prácticas irregulares (dicho así suena muy fino, pero es la expresión que han utilizado los «populares» hasta ahora) que elevaron la diferencia final definitiva entre el presupuesto inicial del anterior Gobierno socialista y el que se ejecutó de nada menos que 1.545 millones de euros.


Unos milloncetes de ná, ¿verdad? Que parece ser que fue práctica habitual en esa España del cachondeo y faranduleo en la que se convirtió este país cuando el Estado dejó de ser Estado y le cedió su competencia, la de gobernar a todos y para todos, a las comunidades autónomas. Que no digo yo que no lo tuvieran que hacer, pero no hubo nadie que pusiera coto al desenfreno regionalista.

Y era cuando en vez de un presidente de la nación teníamos 17. Taifas tengamos.

¡Cachis…!

Gobernar es gastar lo presupuestado. Y si quieres ampliar, que haya parné para ello, porque de lo contrario todo iba a para al cajón 409. Lean estos ejemplos:

En productos farmacéuticos se gastaron 246 millones de euros más; en material sanitario, 193 millones por encima de lo presupuestado; en convenios con entidades privadas las cuentas no salían y hubo que echar mano de otros 28 supuestos milloncetes; en gestión de plazas residenciales dijeron que se iban a gastar tanto pero al final fueron 20 millones más; en subvenciones para la adquisición de viviendas, otro tanto, 14 millones que hubo que sacar de no sé dónde (daba igual porque nunca existieron); y en gastos de limpieza y luz, otros 34 millones de añadido que…

Todo eso más otros desvaneos suman la nada friolera cantidad de 1.545 millones de euros.

Tiritando estamos.

Y tiritando nos quedaremos al menos lo que resta de 2012 y vaya usted a saber hasta cuándo.

«A pan y cebolla», le pregunté el viernes a la presidenta. O a pan y agua, como quiera interpretarlo.

¿No hay forma de echar un poco de queso y jamón, aunque sea de york, a ese bocadillo de presupuestos que ni en sueños hubiera imaginado para sí el mejor Carpanta de los tebeos?

Hay hambre y ahora Carpantas hay muchos. Más cornás da el hambre, dijo aquel.

Tantas como la política.

A saber.

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