En Toledo huele ya a Corpus. No hace falta que caiga sobre las piedras el tomillo y el romero, que se volverá a esparcir en la madrugada del jueves 7, para que la capital respire ese aire distinto que todo lo invade, de tal manera que el Corpus figura como un marcapáginas en el calendario y durante varias semanas todo se hace antes o después de esa fiesta.
El Corpus es muchas cosas más allá de su estricto sentido religioso. Entre otras, es un medidor inconfundible de la popularidad de los líderes. Aunque hay trucos para mover a las masas, el pueblo sabe lo que le gusta y no se deja llevar fácilmente por los provocadores de aplausos o silbidos.
El Corpus 2011 tuvo un ambiente especial en ese sentido político que les describo. Era el debú en la procesión más querida por los toledanos de María Dolores de Cospedal, la primera presidenta del PP, que había tomado posesión la tarde antes y que se encontraba en el momento más alto de su popularidad. «Se la comían», contaban los testigos». Los «¡guapa!» y los «presidenta, presidenta!», salpicaban la carrera cada metro del desfile, plagado también de aplausos a su paso.
Ataviada al modo tradicional de las toledanas de toda la vida que desfilan en la carrera procesional, con mantilla negra incluida, Cospedal se dio un baño de multitudes que presagiaba un largo romance entre la presidenta y su pueblo.
Un año después y muchos recortes de por medio será un buen momento para ver si el feeling sigue intacto en la conservadora Toledo, casi siempre generosa con los líderes del PP, pero implacable cuando la desprecian. ¿Se habrán cansado ya los toledanos del desdén con el que algunos altos cargos y asesores traídos de fuera tratan a la Ciudad Imperial y a Castilla-La Mancha?
Pronto lo sabremos.
Ese Corpus, inolvidable probablemente para ella, también lo será para el alcalde, Emiliano García-Page, que había sido por primera vez el socialista más votado en unas elecciones municipales en la capital castellano-manchega y salía con el Toisón de oro por segunda legislatura consecutiva. Los toledanos se volcaron también con él. Los aplausos le siguieron y los ciudadanos le demostraron que los resultados del mes anterior no eran por casualidad, sino porque se había ganado su respeto y su afecto.
Además, solo unos días antes del Corpus se había conocido que los militares de la Academia de Infantería no podrían tocar el himno de España ni presentar armas al paso de la Custodia (símbolo del cuerpo de Cristo), según el nuevo código de Honores Militares que había elaborado el Ministerio de Defensa, entonces dirigido por Carmen Chacón.
El alcalde Page no se quedó quieto, sino que ordenó que la unidad de música de la Policía Local interpretara el himno a la Custodia y negoció para que al sonar sus acordes los militares pudieran presentar armas. Logró salvar dignamente el asunto y dejar en incidente lo que podría haber sido motivo de una buena bronca en la procesión del año pasado. Los toledanos, especialmente los ligados a los ambientes más religiosos, le valoraron mucho el gesto.
Pero el jueves, casi un año después, Page es el líder del PSOE castellano-manchego y su figura es, por lo tanto, motivo de ataques que antes no recibía. Es más, la primera línea de fuego es la del PP toledano y le toca torear con la pesada herencia de Barreda sobre sus espaldas y compartir foto con algunos de sus peores estigmas.
¿Influirán en el Corpus estos acontecimientos del último año? A ver qué piensa el pueblo de todo esto porque, al menos hasta ahora, el «Corpusómetro» no engaña.