Toledo se convierte cada año en la capital religiosa de España cuando se reviste de sus espléndidas galas tradicionales y celebra, con la solemnidad que la ha hecho famosa de manera internacional, su fiesta grande dedicada a la exaltación del Corpus Christi. Una celebración que es un auténtico orgullo para nuestra Comunidad Autónoma.
La ciudad se muestra en este día como un altar vibrante de fervor eucarístico, pero al mismo tiempo se hace cauce de otro distinto fervor, que no es contradictorio con él sino complementario: el que tiene que ver con la admiración turística de miles y miles de visitantes. Toledo sabe combinar respetuosamente la intensidad de lo sagrado con el atractivo colorista que mueve la curiosidad del turismo de masas. En ningún lugar como en el Corpus toledano se produce una conjunción tan armónica entre la celebración festiva y el fervor religioso porque el Corpus toledano es una fiesta religiosa en su profundidad pero también es exhibición y lucimiento abierto a la contemplación y al disfrute de todos.
Y en el centro de todas las miradas, sagradas y profanas, ocupa lugar privilegiado la sublime custodia de Enrique de Arfe, la joya más rica de la cristiandad, definida por Galdós como «alhaja descomunal». En su carroza de figuras talladas, la torre gótica de oro recorre los engalanados callejones toledanos, fragantes de tomillo y romero, poniendo música de angelicales campanillas al silencio arrobado de la multitud.
Castilla-La Mancha se siente en verdad orgullosa de contar entre el rico elenco de sus tradiciones a la que en tan alta medida suscita la atención de propios y extraños, y la presencia en el desfile procesional de las primeras autoridades regionales, entre las hermandades, cofradías y representantes de la vida civil, eclesiástica, judicial y militar, expresa el reconocimiento de la importancia que esta fiesta tiene para la fe católica y la cultura de nuestra región.
Es de justicia recordar que el éxito y brillantez de esta celebración, se debe a la contribución de muchos toledanos anónimos que dedican lo mejor de sus esfuerzos y esmeros al adorno de las calles, fachadas y balcones, así como a la preparación de actividades recreativas de las que luego disfrutamos todos. A ellos en particular, y a todos los toledanos, castellano-manchegos y visitantes en general, mi saludo más entrañable y mi deseo de que disfruten de este día grande de Toledo, que como dice el refrán «tres días en el año brillan más que el sol, Jueves Santo, Corpus Crhisti y el día de la Ascensión».
Vicente Tirado es presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha.