Los acontecimientos se han precipitado en las últimas jornadas en el terreno financiero autóctono. Lo que parecía un imposible ahora es una prioridad en las agendas de todos, en las de unos con gusto, en las de otros a regañadientes y en alguna más casi es una cuestión de patriotismo autonómico.
Las declaraciones de la Consejera de Economía y Empleo, Carmen Casero, dispararon las alarmas. Cuando hace apenas 48 horas, el miércoles 13, quien tiene entre sus competencias vigilar a nuestas cajas soltó que «es un momento importante para que las entidades financieras de la región se replanteen algunas estrategias» para tener una musculatura financiera fuerte, sobre todo las pequeñas» se dispararon las alarmas en propios y extraños; especialmente en los propios.
Es decir, en el sector financiero castellano-manchego.
Las palabras de Casero, dichas ni más ni menos que en la televisión autonómica, en el programa «Castilla-La Mancha despierta», pusieron en guardia a los responsables de las entidades financieras. Pensaron que algo debía estar cambiando deprisa para que la postura oficial del Gobierno pasara tan rápido y prácticamente sin previo aviso de la neutralidad y la promesa de no interferencia a una manera muy sutil de decir: vayan poniéndose las pilas, señores.
Los de Caja Rural Castilla-La Mancha tenían durante ese día y en la jornada siguiente contacto con la propia presidenta, María Dolores de Cospedal; y los consejeros de Presidencia, Leandro Esteban; y Economía, Carmen Casero. Los contactos estaban en agenda, eran de cortesía para dar a conocer a las instituciones un avance de la memoria que hoy defenderá en la asamblea el director general de la casa, Víctor Manuel Martín.
El miércoles, horas después de las declaraciones de Casero, el presidente de Globalcaja, Luis Díaz Zarco, comía con el hombre fuerte del Gobierno, Leandro Esteban.
En la tarde del jueves los equipos de una y otra estaban ya en guardia. El Gobierno les había transmitido con claridad que hay que intentar nuevamente la fusión para evitar que las cajas acaben dispersándose en otros territorios o en otras alianzas. La gravedad de la situación nacional y regional apremian.
Al parecer, el Banco de España ha transmitido al Ejecutivo autonómico que Globalcaja tendrá que incrementar sus dotaciones, si bien no está afectada su solvencia. La propia entidad comentó a encastillalamancha.es que cuando se hizo la fusión de las cajas rurales que dieron lugar a esta entidad (Ciudad Real, Albacete y Cuenca) se dejó una reserva de 124 millones de euros en previsión de cualquier contingencia, colchón que consideran más que suficiente para dormir tranquilos en estos tiempos convulsos.
De ellos se valora su perfil de banca de empresa. De Caja Rural CLM, su solvencia; poco más de un 2 por 100 de morosidad en tiempos de rescate bancario. El Gobierno las considera compatibles y complementarias y parece dispuesto a poner sobre la mesa dos piezas que ambas entidades llevan codiciando mucho tiempo, la cuenta de la nómina de los empleados públicos de Castilla-La Mancha y la de la PAC, aún en manos de Banco CCM para asombro y malestar de las dos entidades.
Todos son conscientes a estas alturas de que hay que intentarlo sí o sí. También de las dificultades de entenderse. Y lo que tienen más claro las tres partes es que si sale, todos ganan, especialmente la comunidad autónoma.
¿Quiénes van a ser las piezas sacrificadas? Esa es la clave. Quién se queda, quién se va y en qué condiciones en ambos casos es a priori la mano más complicada de la partida y dónde el Ejecutivo tendrá que esmerarse en su papel de arbitraje.
Si esa fase se supera, habrán empezado de verdad las converesaciones sobre la fusión.
Aún es pronto para suponer cómo acabarán y también para despejar si ésta es solo la primera fase de la partida financiera que puede tener pensada Cospedal.
Pero lo primero es empezar y eso será pronto, aunque las partes tiene clara la discreción con la que hay que llevar los pasos iniciales.