El 20 de noviembre ha sido uno de los días más inolvidables de su vida. Había transucrirdo largo, intenso, sin parar, con emoción no siempre contenida a medida que llegaban las israelitas que avanzaban una gran victoria al final de la tarde.
Había votado en Albacete pronto para incorporarse inmediatamente a su despacho de secretaria general en la sede nacional del partido y estar pendiente de cada detalle. De su equipo habitual la acompañaban el director general de Comunicación del Gobierno de Castilla-La Mancha, Fernando Urrutia; y el director general del gabinete de la presidenta, José Luis Otiz.
El resto aguardaba en sus puestos repartidos por toda la geografía regional y capitaneados por el secretario regional del partido y responsable de la campaña en Castilla-La Mancha, Vicente Tirado. El número dos de Cospedal dirigía las maniobras en el cuartel general «popular», en Toledo. Junto a él, los consejeros de Presidencia, Jesús Labrador; y de Empleo y Portavoz del Gobierno regional, Leandro Esteban, que habían trabajado intensamente en la campaña como coordinador el primero y en funciones de portavoz el segundo.
Las encuestas pronosticaban un final feliz, que se confirmó y se prolongó hasta la madrugada en la sede nacional del PP.
A la mañana siguiente de la victoria del 20-N María Dolores de Cospedal abría su agenda a primera hora de la mañana para continuar como si nada con su intensa actividad diaria. Entrevistas en cuatro emisoras de radio y en una televisión. ¿Quién mejor que la secretaria general y portavoz habitual del partido para narrar a toda España lo que supone lo conseguido el 20 de noviembre por el PP y Mariano Rajoy.
Después de cargarse a las espaldas casi en solitario con tantas ruedas de prensa de Gürtel, Bárcenas, Matas, Cascos, Costa o Camps, la secretaria general era hoy la voz más autorizada del PP, además de Rajoy, para recorrer los medios. Por la tarde, fue ella quien hizo la comparecencia oficial ante la prensa para informar de la reunión del Comité Ejecutivo Nacional celebrada en Génova para valorar los resultados del domingo.
Los periodistas esperaban ansiosos a Rajoy, pero el presidente decidió, una vez más, que saliera Cospedal.
Se la veía cansada pero serena, más de lo que cabría imaginar en alguien que ha tenido mucho que ver en la histórica victoria que su partido, el PP, acababa de obtener en las elecciones generales del día anterior y que llevarán a Mariano Rajoy a la Moncloa con el mayor respado obtenido jamás por un candidato del Partido Popular.
Tampoco se dejó arrastrar por los apabullantes datos que escupían los colegios electorales desde todos los puntos cardinales de Castila-La Mancha, el antiguo territorio hegemónico de los socialistas, convertido ahora en granero de votos del PP y, ademas, de los más generosos de España.
Solo Murcia, presidida por Ramon Luis Valcárcel, ha aportado más porcentaje de voto a la victoria «popular» del 20-N.
La segunda comunidad autónoma donde más se votó al PP fue Castilla-La Mancha. Cinco meses después de tomar posesión como presidenta y en la segunda campaña de unas elecciones generales que la toca liderar en esta región, Cospedal ha aportado al saco de los votos más respaldo en porcentaje que los feudos tradicionales de Madrid, Valencia, Galicia o Castilla y León.
Dicho de otra manera, Cospedal ha obtenido para las listas del PP y la candidatura de Rajoy más respaldo en su tierra que Esperanza Aguirre, Alberto Fabra, Alberto Nuñez Feijóo o Juan Vicente Herrera.
Responsabilidad, mesura, austeridad y unidad fueron los mensajes lanzados por Cospedal en su periplo mediático de la mañana. Acabada la tarea se reunión con Rajoy en Génova para preparar el Comité Ejecutivo de la tarde. Dio instrucciones a los suyos en Castilla-La Mancha para que dieran a la victoria del domingo la importancia debida tras obtener unos resultados sin parangón en unas generales en la región. Se vio con el consejero de Economía, Diego Valle. Y se fue a Madrid para ocupar su plaza de número dos y desgranar ante los vips del partido el informe del 20-N.