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25/06/2012junio 13th, 2017
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Se ha cumplido un año del cambio político de hecho en Castilla-la Mancha; es decir, de la toma de posesión de María Dolores de Cospedal como presidenta de la Junta y, por lo tanto, del punto de partida para su mandato al frente del Gobierno de la región.

A todos nos parece que ha transcurrido más de un año, a cada uno por sus propias razones y en general por la dureza de la crisis a la que nadie puede escapar. Un vistazo a las fotografías que hemos publicado en portada y tomadas por la Cámara de Rebeca Arango 12 meses atrás y su comparación con las fotos actuales demostraría que en el rostro de todos los presentes en aquellas fechas parece haber transcurrido mucho más tiempo. (http://www.encastillalamancha.es/noticia/8827/wwwencastillalamanchaes


La deuda, los recortes, las protestas, la bisoñez en el ejercicio del poder de un partido que siempre había sido la oposición, el contacto con una administración pública levantada sin la más mínima huella «popular», la pertenencia al partido que sustenta el Gobierno que pelea contra el rescate de España… Todo ello podría hacer del primer año de Cospedal una película a la que le iría bien el título de «El año que gobernamos peligrosamente».

Por todas esas razones y, en especial, por la enorme dificultad de la situación, al PP le ha costado hacerse con las riendas de la Junta y aún no las ha tomado con la seguridad necesaria, lo que no ha impedido, sin embargo, dotar de orden a las cuentas públicas, sometidas al caos de las mentiras en la última legislatura.

Tantas cosas en tan poco tiempo que el rostro, que es el espejo del alma, muestra las marcas sin contemplaciones. Y especialmente entre los que más carga llevan en estos 12 meses gobernando peligrosamente, en medio de la miseria económica de una región entrampada para varias generaciones y con un programa de ajustes que suele costar caro en las urnas.

La felicidad y la emoción saltan a la vista en cualquier imagen de Cospedal en la que se detengan un año atrás. Era la ganadora de la madre de todas las batallas del 22 de mayo y había dejado en la historia uno de los tres problemas irresolubles para el PP: gobernar en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía.

Aquel junio de 2011 las lágrimas de Cospedal saltaban con facilidad. De emoción. De felicidad. De responsabilidad. El temido genio de la presidenta no asomaba por ningún lado, parecía la mujer más feliz del mundo. Su entorno seguía siendo el que la había aupado a la presidencia, un sanedrín corto en el que se hablaba de todo: de política nacional, de la regional, de la vida… Allí estaban Vicente Tirado, María Jesús Bonilla, Leandro Esteban, Ana Guarinos, Fernando Urrutia José Luis Ortiz.

El sanedrín se deshizo por razones del poder conseguido y la complejidad de la tarea. Ya no se habla de todo con todos. Gajes del poder.

La bofetada de realidad no tardó en aparecer. En apenas 15 días la presidenta tuvo claro el tamaño del agujero económico que había dejado Barreda. Y pidió a sus consejeros un plan de ajuste para antes de septiembre. Las primeras broncas, el temido genio de la presidenta asomaban ya, y las regañinas gordas al Gobierno vinieron por ahí, porque no se iba lo deprisa que ella quería.

Las lágrimas de emoción duraron poco. La tensión se abrió camino y afectó hasta a su armario. Del rojo al azul, del color de la fuerza, la pasión y la seducción al que simboliza la autoridad y el respeto. Antes, siempre de rojo en los momentos importantes, ahora apenas lo utiliza.

Por el momento, el desgaste de las medidas de recorte en la calle y en las encuestas no hace mella en el partido. Coincidiendo con su primer año como presidenta, Cospedal se ha recorrido una por una las cinco provincias a costa de otros tantos congresos que han dejado al PP en una organización a su imagen y semejanza y en la que no habrá ninguna nota disonante bajo la batuta de su secretario general, Vicente Tirado.

El partido sigue en forma y en estado de euforia y ella mantiene sobre la organización que la catapultó su poder absoluto y su popularidad intacta. La amenaza socialista aún se ve lejana.

Los congresos han llevado a la presidencia provincial a los responsables de las diputaciones, salvo en el caso de Ciudad Real, la única que gobierna el PSOE. Y han dejado en manos de la generación política que lo ha ganado todo con Cospedal el poder partidario, con escasas excepciones entre las que Leandro Esteban es la más notable.

Nombres tan significados como Antonio Román y Rosa Romero, procedentes de cosechas anteriores, han quedado acotados al trabajo que les encomendaron las urnas, pero han perdido la batuta del partido y con ella la posibilidad de intervenir, por ejemplo, en la sucesión de la presidenta si, por razones de política nacional o de las urnas, ésta se produce antes de tiempo.

Camino del segundo año de mandato podría decirse que empieza la auténtica carrera. Para el próximo aniversario ya sabremos si la austeridad ha devuelto a Castilla-La Mancha al crecimiento, como ha pronosticado la presidenta, o ha acentuado la distancia, en pobreza pura y dura, con la media de España.

En el año que ahora empieza y que conduce al ecuador de la legislatura se empezará a tejer la base de la próxima victoria o la siguiente derrota de Cospedal. Lo que se haga mal en este año será ya muy difícil de corregir, tanto para el PP como para el PSOE, pero del primer año de los socialistas en la oposición me ocuparé en mi próxima cita con ustedes.

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