Blanca Portillo ha logrado esta noche su objetivo: ha sido, por primera vez en la historia de la tortuosa y compleja «La vida es sueño», Segismundo, al que ha sabido mudar de fiera a ser humano en una ceremonia seguida con reverencia mística por el público del Festival de Almagro.
«Cuando han salido al comienzo Rosaura (Marta Poveda) y Clarín (David Lorente) y yo escuchaba desde abajo -desde su «cueva»- he dicho ‘aquí hay tomate'», contaba exultante Portillo al lado de la directora, Helena Pimenta, igualmente emocionada porque, además, es su primer montaje como directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
El «tomate» ha sido que no se ha oído ni un suspiro durante las dos horas de representación, interrumpidas solo por un sobrecogedor aplauso cuando Portillo ha hecho su mutis tras pronunciar aquello de «y la vida es sueño/ y los sueños, sueños son».
«Ahí he creído morir. Ha sido muy emocionante porque pensaba que alguien desde el público iba a terminar la frase», confesaba la actriz y directora, aún con los andrajos que viste en escena, en la que ni endurece su voz, ni saca aristas, ni mete pecho para parecer «más hombre» sino que asume una especie de neutralidad sexual.
Portillo (Madrid, 1963) ha salido dispuesta «a comerse la fiera» que es Segismundo, a resaltar la gran «honestidad» de un personaje que elige «ser un buen humano» y sujetar su lado oscuro y su ira, un esfuerzo que el público ha agradecido puesto en pie durante varios minutos al finalizar la representación, en el Hospital de San Juan.
La obra de Calderón de la Barca, en una versión «limpísima» de Juan Mayorga, ha «agarrado» a los espectadores, entre ellos el director del INAEM, Miguel Ángel Recio, desde el «minuto cero» y los 14 actores de la CNTC, entre ellos Joaquín Notario (Basilio) y Fernando Sansegundo (Clotaldo), «lo han dado todo en cada registro», según Portillo.
«Las palabras de Calderón son increíbles, te ponen el corazón en carne viva. Pandur -que la dirigió en «Hamlet»- me decía sal ahí y cuenta la verdad, y es lo que he hecho. Creo que entiendo a Segismundo», ha señalado la actriz.
La madrileña, que ya ha sido otros personajes masculinos como Hamlet y el inquisidor Bocanegra en «Alatriste», dice que cuando empezó a estudiar en la Escuela Superior de Arte Dramático a los clásicos siempre pensó que era «una pena» no poder hacer Segismundo y que no fue hasta que «se sentó» hace unos meses con Pimenta, «ese peazo mujer», cuando se le ocurrió que era posible.
La directora de la CNTC, nombrada en abril de 2011, ha admitido que nunca se le había pasado por la cabeza que ese papel lo pudiera representar una mujer hasta que habló con Portillo y ha subrayado que este «testimonio» de Calderón es un texto «que da mucho miedo».
Que José Notario, que ha sido Segismundo en otras ocasiones, sea ahora Basilio, su padre, le da, dicen ambas, una hondura muy especial, porque «se ve claramente» de dónde sale esa incontenible ira del príncipe, apartado «de los hombres» desde que nace solo por «los presagios» celestes de que sería una «fiera cruel».
A Portillo, que con este asume su tercer Calderón, tras «No hay burlas con el amor» y «La hija del aire», no le asustaría hacer el papel de Basilio pero también le gustaría «mucho» asumir «dentro de 30 ó 40 años» el de la joven Rosaura: «hay que saltarse todo, incluidas las edades», ha propuesto.
El montaje, «muy artesanal» y con referencias a la estética de los países nórdicos del siglo XVII además de elementos inquietantes como las largas melenas en ellas y el pelo corto en ellas, incluye música barroca en directo (flauta, viola, cuerda y percusión), que acentúa la sensación de que no hay límites entre sueño y realidad.
La vida de esta producción, ha anunciado Pimenta, será «larga» porque cuando terminen las representaciones en la XXXV edición del Festival de Almagro, el 15 de julio, comenzará una gira de un año por toda España, donde irá, entre otros, al teatro Lliure (Barcelona), el Arriaga (Bilbao) y el Lope de Vega (Sevilla), y a Argentina.