Después de más de 50 años en «este negocio», es decir, la escena, José Sacristán se considera un privilegiado por hacer «Yo soy Don Quijote de la Mancha» y aportar su talento y figura a un héroe que está «en el corazón de todos» y que «pone los pelos de punta», como ha hecho esta noche en Almagro.
«Me emociona tener la suerte, el privilegio de poder estar cumpliendo un trabajo como actor y decir estas cosas. Hay como una cierta utilidad, un sentido moral que me apetece mucho hacer», ha explicado el actor nada más concluir la representación, muy aplaudida por el público.
Se trata de una versión libre que ha hecho José Ramón Fernández del texto de Cervantes por empeño de la directora del Festival, Natalia Menéndez, para la XXXV edición del certamen.
Dirigido por Luis Bermejo, Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937) revive al Quijote, acompañado de Sancho (Fernando Soto) y la hija de este, Sanchica (Almudena Ramos), a partir de algunos de sus parlamentos más famosos y en medio de «un juego metateatral» en el que los protagonistas bromean con algunos de los tópicos que se relacionan con la novela.
«Lo hemos hecho con todo el pudor del mundo y cierta prudencia. Al Quijote vuelve uno de vez en cuando porque es inagotable y José Ramón nos ha dejado mucha libertad, proponiendo cada uno sus cosas. Pone los pelos de punta su vigencia», ha subrayado Sacristán que ya incorporó a este personaje en «El hombre de la Mancha».
Asegura que el Quijote le acompaña desde que siendo un niño de 7 años, las lecturas que hacían era el texto de Cervantes «en lugar del Padrenuestro» y que siempre ha admirado sus «valores literarios, dramáticos y morales».
Cree que él tiene más de Sancho Panza que de Don Quijote porque, argumenta, es de una época en la que «lo inmediato marcaba mucho» y se sigue sintiendo muy identificado «con eso, en tener claro el orden de prioridades y no confundir la categoría del enemigo».
«Me gustaría saber desprenderme de ello y tener la grandeza de un hombre que no se para a medir la adversidad que hay que vencer con tal de ayudar a los demás. Eso es impresionante a estas alturas con la que está cayendo y la utilidad moral que tiene estar poniendo este espejo delante de la gente», ha precisado.
Para preparar el personaje se ha acordado de antecesores tan ilustres como Fernando Rey, Fernando Fernán Gómez e incluso Orson Welles, aunque al que más presente ha tenido ha sido a su amigo Juan Luis Galiardo, cuyo reciente fallecimiento ha sido «uno de los que más» le ha afectado.
La idea del autor de la dramaturgia, ha reseñado, ha sido que Don Quijote salió de las novelas para tomar su propia vida y ya está «para siempre» en el «corazón de la gente».
Como dice su personaje en la obra, «cada vez que alguien no es un hijo de puta, sale Don Quijote», que defiende hasta sus últimas consecuencias «que por la libertad y la honra se puede aventurar la vida».
En su defensa de la bondad, la lealtad, la justicia y el amor verdadero, el Quijote se «ayuda» de las proyecciones de las Tablas de Daimiel, de las aspas de molinos y del sol abrasador de la región, porque, argumenta el autor de la versión, el caballero de la triste figura necesita «de la Mancha y su sol» para existir.
Una de las novedades de la propuesta de Fernández es el papel de Sanchica, que representa el presente y el oído ingenio y puro en el que verter «el dulce veneno» de la verdad y la utopía.
«Yo soy Don Quijote de la Mancha», en la que el chelista José Luis López pone la música en directo, saldrá ahora de gira por los festivales de San Javier, Cáceres, San Fernando y Olmedo y en noviembre se estrenará en el teatro Español de Madrid, ha detallado Sacristán.