Mafias que sustraen tractores y maquinaria que luego revenden en Rumanía o Marruecos, metales que se «reciclan» en chatarrerías españolas o cuatreros que descuartizan animales en la propia granja y cuya carne podrían comercializar después -según sospechas del sector agrario- entre temporeros inmigrantes.
La tipología del robo es variopinta y la situación en el campo, «explosiva», según las organizaciones agrarias, que exigen medidas policiales y judiciales para luchar contra la delincuencia y las bandas y redes criminales que se mueven por todo el país, y que en ocasiones transitan hacia la vecina Portugal o Este de Europa.
«Se roba de todo» -denuncian- desde frutas y hortalizas hasta gasóleo pasando por aceite, grupos electrógenos, cables de cobre. aperos, electrodomésticos y dinero en casas rurales, masías o cortijos.
Pero, ¿cómo poner puertas al campo? Crear nuevas unidades de guardería rural y juntas de seguridad municipal son fórmulas que el sector agrario propone para luchar contra las redes criminales, además de reforzar el control sobre las empresas que venden el material sustraído en la economía sumergida.
El secretario general de Asaja en Castilla-La Mancha, José María Fresneda, critica que no se hayan cumplido las promesas oficiales de endurecer el Código Penal, lo que «entenderían» los ciudadanos.
Desde la Unió de Pagesos de Catalunya, Joan Montesó ha apuntado que las bandas que operan en esta Comunidad pueden moverse después hacia Aragón o Comunidad Valenciana sustrayendo todo tipo de materiales, incluso cerdos y pavos.
En su opinión, el robo en el campo se convierte con frecuencia en un «self service», en el «qué necesitas», en el hurto por encargo.
Detalla que también hay robos en zonas periurbanas, como el parque agrario del Baix Llobregat, próximo a los terrenos en liza por acoger Eurovegas, donde habitantes de la ciudad acuden para sustraer hortalizas, pero lo más habitual es que sean bandas organizadas, como demuestra el hecho de que Interpol haya encontrado hace unos días en Rumanía dos tractores desaparecidos en España.
Para luchar contra la delincuencia, Montesó pide que los delitos sean «acumulativos» y que los juzgados intercambien sus bases de datos para evitar que un ladrón robe en Tarragona y siga delinquiendo con impunidad en Valladolid.
Desde Unions Agrarias-UPA afirman que los robos son un problema «constante» y «creciente» en Galicia, con un sector agroganadero envejecido y fincas muy dispersas geográficamente.
«La situación es explosiva», critican fuentes de esta organización, que detalla que parte del material robado, como maquinaria o equipos de ordeño, pueden acabar en Marruecos.
Entre los «puntos calientes», cita a las parroquias lucenses de Bazar, San Xoán do Campo, Tirimol, Santiago de Saa o Lamas, donde viven 1.000 personas con sensación de inseguridad.
Ramón Mampel, secretario general de la Unió de Llauradors, subraya que, sólo durante el pasado año, el valor de lo sustraído en el campo valenciano superó los 20 millones de euros.
Demanda que la cuantía de lo robado que exige el Código Penal para ser considerado «delito», unos 400 euros, «tiene que ser modificado sustancialmente a la baja», que los actos de un mismo delincuente sean «acumulativos» y, cuando varios ladrones actúan juntos, que no se divida el valor del botín entre cada uno de ellos para calcular el monto del robo y sus posibles penas.
Y añade otra reivindicación: «que no se destinen todos los esfuerzos de seguridad a las zonas urbanas, dejando de lado las rurales».
«Cada día se roba más y de forma más diversa», añade Felipe Gayoso (Asaja-Sevilla), quien apunta que los hurtos «siguen abundando en cantidad y calidad» tanto de noche como «a plena luz del día» y «a todas horas», de forma que muchos afectados están «desmoralizados» tras sufrir cuatro o cinco robos consecutivos.
En la mayoría de casos no denuncian, porque los hechos no se consideran delitos por el código penal y acaban «archivados».
Algunos propietarios han perdido 90 ovejas o 120 cerdos en un mismo golpe, afirma, quien recuerda que en el primer semestre del año las denuncias han aumentado un 10 ó 12 %.
Sin embargo, el número de robos puede ser muy superior porque sólo se denuncian entre un 7 y un 10 % de los casos, calcula.
La crisis y el verano aumenta la actividad «de los amigos de lo ajeno-, comenta Gayoso, quien recalca que hay tres grandes bandas organizadas en el campo español especializadas en ganadería (cerdos, bovino u ovino), chatarra (cobre, aluminio o hierro) y productos agrarios (aceituna, naranja o frutas de hueso).
«No son robos famélicos, por hambre o necesidad», que los agricultores y ganaderos incluso entenderían por la situación de crisis, esgrime.
En algunas áreas hortofrutícolas de Murcia, la presión de los agricultores -que en muchos casos han recurrido a vigilancia privada y cámaras de seguridad en sus instalaciones- y de la Guardia Civil -que controla más los mercados y chatarrerías- «están dando sus frutos» y obligó a los ladrones a desplazarse a otras zonas para «hacer su agosto», comenta Vicente Carrión, presidente de COAG Cartagena.
No obstante, reconoce Carrión que «la gente tiene que comer» y la crisis fuerza a muchos a salir al campo y «llevarse lo que pilla».