Los veranos del fotógrafo toledano Pepe Castro están muy ligados a Galicia, concretamente a una localidad de la provincia de La Coruña a la que, desde que tenía 15 años, acude siempre que puede. En Espasante ha encontrado el destino ideal para relajarse, comer bien e incluso reunirse con familiares.
Era un pequeño pueblo de pescadores compuesto únicamente por una calle de casas y el puerto. Por aquel entonces nada tenía que ver con lo que es ahora y con el desarrollo turístico que ha experimentado en los últimos años. No en vano, «hoy en día van muchos toledanos».
Recuerda incluso que sus primeras noches, debido a unos problemas para alojarse en el hotel, las pasaron en casa de unos pescadores que muy gentilmente les ofrecieron un lugar donde dormir. Se puede decir que tanto Pepe como sus hermanos han echado raíces gallegas. Todos ellos procuran escaparse con sus respectivas familias en los meses estivales y, si es posible, organizar allí celebraciones.
El fotógrafo valora la tranquilidad de sus noches, el buen clima y, como no, la buena comida, y es que si bien reconoce que no le gusta el pescado «me encanta el olor a mar y marisco que desprende todo el pueblo».
Antes de Galicia, los veranos de su infancia los disfrutó en Fuengirola en un chalet que tenían sus tíos. «Me juntaba con mis primos y nos lo pasábamos en grande». Pero quizá uno de los veranos de su vida haya sido el viaje a Formentera que realizó con su mujer cuando aún eran novios.
«Teníamos unos 20 años y con muy poco dinero decidimos ir a Ibiza. Sólo reservamos el billete de avión y al llegar, en el trayecto de autobús del aeropuerto a la ciudad, lo que vimos no nos gustó, por lo nos fuimos directamente al puerto a coger un barco a Formentera».
Se recorrieron la isla en dos bicis y estuvieron todo el tiempo a base de bocadillos. No importaba porque «Formentera era muy hippie y tenía un ambiente muy sano». «El último día me comí la mejor paella de mi vida, no sé si porque realmente estaba muy rica o porque solo había comido bocadillos».
Actualmente, Pepe Castro realiza al año dos o tres escapadas a ciudades Europeas. El motivo es de tipo profesional ya que de sus calles y edificios obtiene imágenes que irán a componer una serie fotográfica de arquitectura. Cuando el trabajo le permita cogerse una semana de vacaciones tiene en mente ir a La Habana y Nueva York, dos destinos con grandes recursos fotográficos y que esperan ser captados por su objetivo.
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