martes, 26 de noviembre de 2024
El Verano de su Vida 27/07/2012junio 13th, 2017

Ya sea por trabajo o por placer el restaurador toledano Adolfo Muñoz ha conocido muchos lugares del mundo: China, Rusia, Colombia, Venezuela, Brasil, Chile, Indonesia, Singapur, Canadá… y así hasta completar una larga lista de países, de experiencias y, claro está, de amigos repartidos por todo el planeta. Lo cierto es que le faltan pocos sitios por descubrir.

Sin embargo, Adolfo no necesita irse tan lejos para recordar sus primeros veranos y es que cuando era pequeño llegaba todos los veranos a Toledo para pasar estas fechas junto a sus tías Marina y Pepa. Los días transcurrían zambulléndose en Safont, cuando el río Tajo aún permitía el baño. Por la tarde nada como comprarse un cucurucho de pipas por 50 céntimos y acudir al cine de la fábrica de Armas, que por entonces costaba una peseta.


Aunque él residía en su pueblo natal, Belvís de la Jara, desde muy joven la ciudad de Toledo siempre fue un buen plan para las vacaciones de verano y para disfrutar de sus fiestas de agosto.

Con más edad, los veranos los dedicó a trabajar y estudiar. La recompensa llegó un verano en el que viajó junto a su mujer Julita García Sánchez, su novia en aquel momento, a Galicia. «No teníamos mucho dinero, pero lo que llevábamos lo gastamos en dormir en paradores y en comer en los mejores restaurantes». La gastronomía ya representaba para él la mejor manera de hacer turismo haya donde iba. A partir de ahí, y sin descuidar nunca el buen paladar, llegarían muchas escapadas por España y por países como Marruecos.

Llegaron los niños y con ellos los viajes de verano a la playa: Almuñécar, Cádiz o Barbate fueron algunos de los destinos preferidos.

No obstante, y a pesar de todo este periplo, Adolfo siempre recuerda como muy especiales sus viajes en familia a Venezuela, donde visitó el archipiélago de Los Roques y el parque nacional Canaima y su conocido Salto de Ángel; a Orlando para conocer Disney World; a Italia, con sus principales ciudades turísticas -Roma, Venecia, Florencia…-; Ibiza; Mallorca, donde acudían frecuentemente después de que su hija Verónica fuese bautizada en la isla balear; y a la localidad gerundense de Rosas.

Al año siempre ha procurado hacer dos viajes junto a la familia.

ADOLFO Y LA CULTURA ORIENTAL

Uno de sus últimos viajes fue el realizado el año pasado a Hong Kong, un lugar del que destacaba sus grandes hoteles y la excelente atención que prestan a los turistas y clientes. No es la primera vez que el restaurador se acerca a la cultura oriental ya que durante cinco años estuvo trabajando en Japón, concretamente en Tokio. Si bien allí no tenía mucho tiempo libre, siempre que podía aprovechaba los traslados por motivo de trabajo para hacer turismo.

En cuestión de viajes, tiene unas cuantas asignaturas pendientes. «Me gustaría ir a Cuba, sobre todo para ver de cerca el sentimiento cubano y la realidad de sus ciudadanos».

«ME ADAPTO MUY BIEN A TODOS LOS SITIOS»

Una de las cosas que más valora a la hora de viajar es el cariño con el que le acogen los anfitriones. «En mis restaurantes procuro dar el mejor trato; cuando devuelves la visita eso se nota porque los que han sido en el pasado mis clientes luego se vuelcan conmigo». «Al final lo más importante son los recuerdos que te traes de ese trato con las personas», ponía de manifiesto.

Por su profesión y porque en muchas ocasiones los viajes han estado asociados a trabajo, ha tenido la suerte de conocer a mucha gente. «He cocinado con belgas, alemanes, daneses, mexicanos…; me gusta estar cerca y aprender de ellos sus costumbres y cultura». Gracias en buena medida a ese afán por absorber todo aquello que ve, «soy una persona que me adapto muy bien al sitio en el que estoy».

Pero tanto ir de allí para acá también ha hecho que cada vez disfrute más cuando está en casa, en su cigarral cuidando de las cepas.

Su cocina ha viajado con él por más de 30 países del mundo. Se ha convertido así en embajador de la gastronomía española pero también en un puente de unión entre España y Japón, donde regenta varios restaurantes. Ese saber estar allá donde va le ha valido para hacer llegar a la cultura oriental la riqueza de los productos de nuestro país y, como no, la calidad de la cocina castellanomanchega.

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