viernes, 18 de octubre de 2024
El Verano de su Vida 08/08/2012junio 13th, 2017

Si de algo puede presumir Carmen Jiménez, concejal de IU en el Ayuntamiento de Toledo, es de no tener muy claro con qué verano quedarse. Asegura que todos han resultado muy especiales y que, ya sea por la gente con la que compartió la experiencia o por los lugares que visitó, la huella que han dejado en ella es digna de ser recordada con un sabor muy dulce.

Bien es cierto que últimamente sus veranos son sinónimo de trabajo, sobre todo desde que en la anterior legislatura ocupó la Concejalía de Festejos en el Ayuntamiento y también ahora que en la oposición mira con lupa la gestión del equipo de Gobierno. Insiste en que continúa trabajando mucho en verano y lamenta cómo se están haciendo las cosas en Festejos y Juventud. No obstante, «mantenemos la ilusión, más ahora en estos tiempos difíciles». 


Si echamos la vista atrás, desde sus veranos en la finca en la que trabajaban sus padres hasta los viajes a países tan alejados como Perú o Estados Unidos, Carmela (como la empezaron a llamar cuando se vino a vivir a Toledo) ha ido cosechando muchos recuerdos y un amplio álbum fotográfico. «No sé cuál elegiría; suelo vivir las cosas con agrado y todo me parece muy interesante», comentaba.

Destacaba, eso sí, la primera vez que salió al extranjero. Fue a Italia, en un viaje organizado que duró 18 días. Maravillada por ciudades como Florencia y decepcionada por otras como Venecia («no sabía que los canales olían tan mal»), le llamó mucho la atención que en un único país se aglutinase tanta riqueza artística e histórica. El destino caprichoso quiso que con los años, y después de este viaje que realizó a los 23 años, Carmen acabase trabajando en varios museos: en la Sinagoga del Tránsito de Toledo y en el museo de arte contemporáneo Reina Sofía de Madrid. Pero, al margen de todo lo que pudo aprender en Italia, lo que más le llenó es que «me supuso una apertura mental».

Pero hasta llegar a Italia en su memoria alberga imágenes muy bonitas de su infancia en la finca de San Martín de la Montiña, en los Montes de Toledo. Junto a su compañero de la infancia (en esa finca tan solo vivían dos niños), disfrutaba cogiendo cangrejos en el arroyo o cogiendo los nidos de los pájaros. Recuerda con nostalgia que por aquel entonces no tenía otras responsabilidades que estar jugando todo el día.

A LA AVENTURA

Siendo una joven de 20 años ya supo lo que era viajar a la aventura. Se marchó junto con una amiga a Moncofar (Castellón). Allí tenían su residencia de verano otras amigas a las que no habían avisado de su llegada. Carmen llegó a este pueblo y, lo que iba a ser una sorpresa para las castellonenses, acabó siendo una sorpresa para las toledanas pues, ya de noche, no había ni hoteles ni alojamientos y, ni mucho menos, encontraron pronto a las tenían que ser sus anfitrionas.

¿Y quién no recuerda con mucho cariño o con miedo su primer viaje en avión? El de Carmen, con 21 años y acompañada por amigas del pueblo, fue a las islas Canarias. Playa, montaña, cultura, etc., ha sido un todo terreno, no solo por la diversidad de lugares en los que ha estado, sino también porque no le ha resultado necesario dormir en hotel. De hecho, alguna vez recibió la visita de la Guardia Civil instando a Carmen a acampar en los espacios habilitados.

Cuenta que fue muy divertido hacer el descenso del río Sella, una experiencia en algunos tramos peligrosa y en otros muchos de muchas risas. Nueva York, Boston, Cuba, Londres, París o Marruecos completan una larga y variada lista de destinos en la que no faltan itinerarios por la Península Ibérica, donde -el tener muchos amigos repartidos por toda la geografía española- le ha permitido conocer rincones fantásticos del país. Es el caso de la visita que hizo con 40 años a unos amigos de la provincia de Huelva, «una gente estupenda» con la que sigue manteniendo contacto.

A sus 52 años tiene pendiente otros tantos sitios que visitar. Relata que le encantaría ir a China -le maravilla conocer culturas diferentes a la española- o a Argentina para ver de cerca los hielos continentales patagónicos. Una buena viajera como es Carmen Jiménez no abandona nunca esta afición, máxime cuando a lo largo de los años le ha aportado muchas cosas buenas en su vida.

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