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artículo de opinión 09/08/2012junio 13th, 2017

El 14 de agosto de 2003 es un día que no olvidará la memoria colectiva de Puertollano; un día que permanecerá, especialmente, en el recuerdo de los trabajadores de Repsol y de las empresas auxiliares del complejo petroquímico. Ese día, también, las entidades públicas y privadas encargadas de garantizar la seguridad en el trabajo y proteger la vida y la salud de los trabajadores y trabajadoras, tuvieron que revisar sus actuaciones. Hoy, con estas letras, queremos rendir nuestro homenaje a los 9 compañeros de las empresas contratistas que perdieron la vida en aquel grave accidente industrial.

Han transcurrido nueve años. Se vivieron días de sobresalto, dolor, tensión y riesgo para las personas que trabajaban en la refinería, tanto de la empresa principal cómo de las contratas, y para la población de Puertollano. Ahora, desde el recuerdo, es momento de valorar los esfuerzos realizados para la mejora de la seguridad y también, para analizar que bajo la tensión y el dolor de los hechos, los secretarios generales de FITEQA CCOO, FIA-UGT y el presidente ejecutivo del Grupo Repsol YPF, firmaron un acuerdo en julio del siguiente año.


Aquel acuerdo fue importante, eficaz y novedoso, de muy compleja y larga negociación, contando con la participación de los delegados de prevención y el secretario general de CCOO del centro de trabajo de Puertollano. Se trasladaron los problemas existentes y los déficits en materia de seguridad y prevención de riesgos laborales, pero también se analizaron las fortalezas de la refinería, el potencial humano de la plantilla propia y la necesaria coordinación de actividades para la protección de todas las personas que trabajan en los complejos petroquímicos. Una negociación que, el sindicato, abordó con exigencia para lograr un cambio fundamental en la visión empresarial sobre la dicotomía producción/seguridad.

El grave accidente, sus causas y consecuencias, provocó la división entre trabajadores de la contrata y los de la empresa principal; generándose, a su vez, una fractura con los sindicatos mayoritarios. En ese contexto y, con una dirección de Repsol también convulsionada, no fue fácil afrontar una negociación y conseguir un acuerdo de intereses coincidentes.

En CCOO se originó un gran debate y reflexión interna, sobre la necesidad de avanzar para superar la cultura imperante, en la empresa principal, en materia de prevención de riesgos laborales. Nos propusimos conseguir un acuerdo que situara la seguridad en el centro de toda prioridad preventiva, – «por encima de la producción»-, y consideramos vital «darle la vuelta al calcetín» llevando a cabo una concienciación colectiva en la política preventiva, en la superación de los usos y costumbres en la gestión de la seguridad, y la puesta a disposición de los necesarios medios e inversiones para que resulte eficaz.

El Acuerdo por la Seguridad en la Refinería de Puertollano, consiguió su objetivo porque reafirma que no hay otra política de seguridad que aquella que sea compartida por todos, trabajadores, mandos y dirección empresa; que proteja a todos se vistan con la ropa de trabajo que se vistan. Cabe recordar que el acuerdo se asienta sobre un diagnóstico compartido y establece las acciones correctoras que, hasta hoy, han sido sumamente beneficiosas y han servido para establecer un único estándar de seguridad con igual rigor para todos los trabajadores, tanto los propios como los de las empresas auxiliares.

El acuerdo de julio de 2004, transformó conceptos y permitió cambios en la refinería: impulsó un Plan Extraordinario de inversiones en Seguridad (mejoras en prevención y control; en protección; en la red contra incendios, detección y extinción, almacenamiento y en protección patrimonial). Se establecieron, singularmente, criterios generales en el modelo de gestión de Mantenimiento, con la creación de cincuenta nuevos puestos de trabajo; se puso en marcha un completo plan de formación, centrada en las necesidades reales de los puestos de trabajo, y se estableció una mejora palpable en la organización productiva, potenciando la formación en el puesto de trabajo a partir del trabajo en equipo.

Por otro lado, se realizaron mejoras para combatir las emergencias, en la red contraincendios, cambiando líneas para dotarlas de mayor caudal y presión, mejoras en los tanques de reserva de agua, y reforzamiento de los centros de bombeo. En cuanto a los medios del parque de seguridad, se procedió a la renovación de los vehículos ligeros contra incendios, de vehículos pesados dotados de cisternas de espumógeno, bomba de agua y monitor; se actualizaron los sistemas de detección de fuegos; se montaron cortinas de separación entre hornos y zonas de gases inflamables.

Por último, y no menos importante, el Acuerdo restableció la confianza perdida tras el accidente entre trabajadores y la empresa; inició un camino de esperanza para que nadie se sintiera desprotegido, ni desconsiderado, independientemente del trabajo que realiza y para quién lo realiza, y facilitó que se alcanzara el clima imprescindible para el desarrollo normalizado de la actividad de la Refinería. Sin seguridad no hay futuro industrial.

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