En apenas dos días hemos conocido dos casos completamente diferentes, pero muy similares, de trata de seres humanos. En concreto de mujeres. Dos situaciones aberrantes que parece que no se acaban nunca porque el ejercicio de la prostitución, cuando es obligado y por lo tanto convertido en explotación pura y dura, es de lo más grave que hay en esta sociedad que en algunos momentos está fuera de sí. Por eso me dirijo directamente a los que van de «putas», con todo el respeto para ellas.
El primero, una niña de ¡¡¡15 años!!! que vivía en un pueblo de la provincia de Toledo, con una familia desestructurada y que pasaba sus horas en la calle. Carne de cañón para las redes de delincuentes para los que obligar a alguien a mantener sexo para lucrarse ellos lo ven tan normal. Como el amanecer.
Relaciones sexuales que mantenía con septuagenarios (personas que tienen entre 70 y 79 años) quienes, como bien han pensado, los escrúpulos los tenían en sus más bajos fondos o, directamente, no los tenían.
El segundo, lo hemos conocido el lunes 10, se refiere a dos puticlubes de Albacete, quienes obligaban también a varias mujeres a prostituirse y llevaban un control tan sofisticado de lo que hacían que las proporcionaba una tarjeta magnética gracias a la cual podían saber cuántos servicios sexuales habían tenido, las consumiciones que se habían tomado y el tiempo invertido con cada cliente. Esclavas del siglo XXI, por desgracia tan habitual aunque solo nos enteremos de vez en cuando.
A los que se van de «putas», con todo el respeto para ellas
Por eso me dirijo a esos que van de «putas», con todo el respeto para ellas. Quien quiera vender su cuerpo, que lo haga, cada uno es libre y no hay por qué criticarlo. Pero estoy convencido de que aquellos que van de «putas», con todo el respeto para ellas, saben perfectamente dónde se meten y con qué mujer están, si es obligada o no a ejercer la prostitución y el infierno que viven a diario. Y si no lo saben, se lo imaginan, por lo que no está de más que incluso pregunten directamente a la interesada.
Porque son esos mismos clientes quienes deben denunciar, se puede hacer de forma anómina si no quieren dar a conocer sus aficiones, y poner en conomiento de la Policía o de la Guardia Civil lo que han comprobado con sus propios ojos.
La trata de seres humanos es de las cosas más asquerosas a las que nos podemos enfrentar. Pero no se combate contra ella poniéndonos de perfil o haciendo como que con nosotros no va la cosa.
Denuncien, señores puteros, cuando algo no les cuadre. Háganlo por ellas.
@CesardelRioPolo
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