domingo, 24 de noviembre de 2024
Los veranos de su vida 14/08/2012junio 13th, 2017

El exjugador y exseleccionador nacional de fútbol sala, Javier Lozano Cid, actual presidente de la Liga Nacional de Fútbol Sala, recuerda aquel viaje de verano a Río de Janeiro como premio a un buen papel en el Toledo FS. También el recuerdo «deportivo» de su boda y su infancia, tan futbolística. Y cómo le gustaba aprender de los «sabios» (los mayores), cómo el los llama, y de cómo le engañaron con lo de los «gamusinos»… Aquellos años…

De la familia de Javier Lozano es Juan José Rodríguez, su ayudante, prácticamente su “hermano”, desde hace más de dos décadas. Con él coincidió en el Toledo FS, allá por los años 80, y ha estado presente en muchas de sus fotografías de vacaciones. También con él compartió un verano inolvidable, el de 1986, cuando el presidente del club, Manuel Nebot, les prometió que si hacían un buen papel en la liga les regalaría un viaje a Río de Janeiro. “Fue nuestra primera experiencia transoceánica y lo pasamos genial”, recuerda.


De su boda también conserva un recuerdo muy deportivo. “Recibí un telegrama que decía: ‘Tal día a tal hora tienes que ir así vestido; y sé puntual, por favor’”. Del resto se ocuparon su esposa y su suegra; “aunque yo quería una boda sencillita, al final tuve que felicitarlas”, reconoce.

MADRUGADAS DE GAMUSINOS Y RECOGIENDO PIMIENTAS DE FINCA EN FINCA

Cuenta que la primera imagen suya que recuerda es “con un balón en una mano y un bocadillo en la otra, volviendo del colegio”; pero en los veranos de niñez de Javier Lozano, no todo fue deporte. “Mi familia era humilde -recuerda- y me apuntaba a los campamentos de la OJE porque era la manera de salir. También me gustaba mucho ir a una finca en Las Ventas con Peña Aguilera, el pueblo de mi madre; allí pasaba los veranos en contacto con la naturaleza”. Más que con chavales de su edad, le gustaba estar “con los sabios, con los mayores, escuchando historias y aprendiendo trucos”, cuenta.

Aunque también le gastaban bromas: “Recuerdo cuando me hablaban de los gamusinos, unas aves peligrosas que había que cazar por la noche a pedradas. ¡Vaya que si caí! Me cargué de piedras y cuando llegué y vi lo que había me llevé una gran decepción. Fue mi primera lección”. Los de la época de estudiante también los pasó en fincas, pero como currante con unos amigos. “Trabajábamos un mes descargando cajas o recogiendo pimientos y con ese dinero nos íbamos a la playa, de movida”, desvela.

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