El secretario general del PP en Castilla-La Mancha, Vicente Tirado, ocupa desde febrero uno de los puestos más golosos de la Ejecutiva del partido en España, la Secretaría Ejecutiva Electoral, una área en la que «debuta» como responsable del operativo nacional del partido ante las elecciones vascas y gallegas del mes de octubre.
El miércoles 29 de agosto fue la primera reunión para abordar las campañas electorales en ambas comunidades de una manera coordinada con la Ejecutiva nacional que dirige María Dolores de Cospedal. Para ello, Tirado convocó al operativo electoral de Génova y a los responsables de campaña del PP vasco y el gallego.
El también presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha es el responsable del presupuesto que la dirección nacional destina a las dos citas, tanto en lo que se refiere a publicidad electoral, como montaje de actos de líderes nacionales, salvo los de Mariano Rajoy.
Dos citas fundamentales del calendario electoral autonómico, que el PP afronta con el claro objetivo de revalidar sus mejores resultados y la complicación de enfrenarse a las urnas tras seis meses de ajustes y recortes con una fuerte constestación social.
Las elecciones en el País Vasco no se parecen a ningún otro proceso en España y el escenario de pactos poselectorales aún es incierto. Las encuestas avanzan una victoria del PNV pero no dejan claro como quedará definitivamente el arco parlamentario en Euskadi, en el que el PP de Antonio Basagoiti aspira a no ser una fuerza irrelevante.
El caso de Galicia es especial, porque Alberto Núñez Feijóo es el único presidente autonómico que presenta unas cuentas acordes con el déficit público exigido y que, como él mismo ha declarado recientemente, lidera una comunidad autónoma que paga sus facturas en vez de pedir rescates, como en el caso de Cataluña, Murcia, Valencia y las que vengan después.
El peso de las elecciones lo llevan el PP vasco y el gallego, pero la función de Tirado es coordinar el operativo de ambas campañas con el trabajo de la dirección nacional. La primera prueba de fuego del castellano-manchego en sus responsabilidades en Génova.