Sobran la palabras viendo las fotos de la manifestación que se celebró el domingo en Barcelona en defensa de la unidad de España en la capital de Cataluña. Sobran las palabras, salvo las de Josep Borrell: «¿No lo podíais haber dicho antes», su pregunta dirigida al empresariado catalán. La frase del día y seguro que una de las que quedarán ligadas para siempre a este desafío soberanista que ha puesto a España con el alma en vilo.
Comparto plenamente las palabras de Josep Borrell. Mucho de lo que ocurre en Cataluña debería haber sido dicho antes alto y claro por los propios catalanes, los más afectados por la locura del «procés».
Optaron por callar y hablar solo en el confort de lo privado
Catalanes notables y con notoriedad, conscientes de lo que iba a pasar y de sus daños, cuyas palabras, si hubieran sido más tempranas, nos hubieran ahorrado sufrimiento, tiempo y dinero. Pero optaron por callar y hablar solo en el confort de lo privado.
Josep Borrell tiene razón plena con Cataluña. Pero no es el único ejemplo ni mucho menos la primera vez que esa frase se hace necesaria y suena como una daga en las conciencias de los silentes.
[ze_summary text=» ¡¡¡Qué difícil es hablar cuando es contra la corriente!!! Pero callar acaba saliendo más caro»]¡¡¡Qué difícil es hablar cuando es contra la corriente!!! Pero callar acaba saliendo más caro[/ze_summary]
Hay más casos en la historia en los que se podría haber hecho esa pregunta. Nos habríamos evitado no solo el golpe en Cataluña, sino también la corrupción que ha asolado la credibilidad de las instituciones, los partidos y el poder económico.
Haber hablado antes nos hubiera permitido evitarnos el austericidio como única manera de salir de la crisis, que ha sido la de empobrecer a las clases medias y bajas para dejar a salvo a los más favorecidos.
La ruina de cajas de ahorro, de ayuntamientos, de comunidades autónomas… Todo eso nos lo podíamos haber evitado si las cosas se hubieran dicho a tiempo y no a posteriori, ya con la furia acumulada por los daños y el silencio. Incluido y tan grave como el que más, el de los medios de comunicación.
Siempre pasa. El silencio deja de ser prudente para ser cómplice cuando encubre abusos, injusticias, sectarismo o golpes de Estado. Y en Cataluña ocurrió así. Seguramente nadie pensaba que estaríamos justo donde hemos llegado, pero… Lo cierto es que aquí estamos y a punto de empeorar.
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