Cada vez que vemos a José María Íñigo lo primero que se nos viene a la cabeza es… ¡Pues sí, se lo están imaginando! Pero no voy a ser yo quien lo cite, no sea que…
Porque en realidad, y lo comparto, es que después de un porrón de años trabajando en la radio, haciendo televisión y una tira de lustros en el periodismo escrito pase a la historia del periodismo como la persona que entrevistó a esa otra (un mito desde entonces en esta España nuestra) que doblaba cucharas delante de nuestras narices y que se llama…
Ja, ja, ja… Pero no se asusten, no, que con Íñigo tuvimos una conversación de lo más interesante y que acabó siendo una de nuestras clásicas Entrevistas Irreverentes. Lo que leen es sólo un adelanto, porque mañana jueves la publicaremos, íntegra, en encastillalamancha.es.
Y les aseguro que no tiene desperdicio, que no se calla, que dice lo que piensa y que Íñigo, permítanmelo, es un periodista con mayúsculas.
Venga, les vamos a dejar un pequeño aperitivo que da una idea de lo que dio de sí la charla, muy, pero que muy entretenida, con una persona que parece que durante años y años estaba en el salón de nuestras casas. Sábado sí, sábado también…
¡Venga, que empieza «Directísimo»!
A ver, José María, ¿su mayor travesura? Y cuando esperábamos que nos dijera que él, de niño, cuando jugaba a… ¡Pues no, miren ustedes por dónde! Nos soltó lo siguiente. Lean bien porque hasta yo incluso le aplaudí nada más terminar de escuchar su respuesta. Aquí va, enterita y todo, para que luego no digan que les dejo con la miel en la boca:
«¿Mi mayor travesura? ¡Pues hombre, haber hecho el amor en el ascensor de las Torres Gemelas en el minuto y 50 segundos que duraba el trayecto, con el peligro de que me cogieran, claro!. ¡Lo hice por ver si lo conseguía y fue un éxito!».
¡¡¡¿¿¿Cómoooooooooooo???!!! ¡¡¡Plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas…!!!
¡Es un fenómeno! Y no sólo de la radio y la televisión. Enfrascado ahora en «Íñigo en directo», en Castilla-La Mancha Televisión, todos los jueves por la noche, de la caja tonta actual piensa que es la guerra, porque al fin y al cabo la tele se ha convertido en audiencia por aquí, audiencia por allá.
Es muy clarito, ya les digo: «Antes la televisión no pisaba la raya del mal gusto, cosa que sí se hace ahora. Por eso la gente que veía antes la televisión era más feliz que la gente que la ve ahora».
Por el mítico «Directísimo» que comenzó en los años 70 del siglo XX pasaron una serie de personajes que ya quisiéramos algunos entrevistar ahora. Sólo dos ejemplos, que son los que más le impactaron a nuestro protagonista:
«Anthony Quinn, por lo humano y cercano que era; y Rita Hayworth, porque le habían diagnosticado una enfermedad degenerativa y estaba borracha perdida cuando la entrevisté. Estaba previsto que la charla durara media hora, pero sólo estuvimos cuatro minutos. Pero más que nada porque era penoso ver cómo se portaba un ídolo, no quería romper yo el mito…».
¡Quién pudiera haber entrevistado a Rita!
Y personajes de este tipo… ¡Un montón!
Ya les cuento, una entrevista de lo más interesante en esta profesión que llamamos periodismo. Aunque fuera Irreverente. Y que podrán leer mañana, íntegra, en encastillalamancha.es.
Y ahora voy a ver si con la cuchara…