El 6 de agosto de 1940, Fernando Ugena López, natural de Tomelloso fue trasladado como prisionero al campo de concentración de Mauthausen. Habían pasado ya unos meses desde que la Guerra se apagó y se encendió la dictadura en España. También fue así en la zona de La Mancha. Como Fernando, otras cientas de personas, muchas de ellas pertenecientes a las filas del bando republicano que habían logrado sobrevivir a la Guerra Civil, fueron deportadas por orden del Gobierno nacional.
Allí, pasó a ser el número 3526 y su nombre quizá a nadie le importaba. A nadie de los que regían aquel extraño lugar al que llegó un día de agosto, quizá acompañado de otros vecinos de su localidad y seguro que con otras decenas de municipios aledaños. No era el primer «extraño lugar» que Fernando pisaba después de ser expulsado de su lugar de origen, allí donde nació un 7 de enero de 1902, ya que antes había estado en el campo de Moosburg VII-A, donde fue aprisionado, simplemente, por sus ideales.
En Mauthausen, Fernando pasó cerca de seis meses siendo el número 3256… y meses más tarde seguramente se encontró la sorpresa de ver allí a un compañero suyo, Valentín Espinosa, algo más joven que él. Valentín, como los miles de prisioneros del nazismo que estaban hacinados en los campos de concentración, también perdió su nombre. Seguramente que para muy pocos siguiera siendo Valentín. Pasó a ser el 4765 y tampoco aquel «extraño lugar» le parecía tan extraño. Valentín había sido trasladado al campo austriaco tras haber pasado unos meses en Estrasburgo, también en un campo de concentración.
En aquel horroroso, más que extraño lugar, seguro que ambos vecinos de Tomelloso coincidieron con más compatriotas, y más manchegos como Daniel Delgado, de Almadén, o Claudio Abad, de Oropesa… u otros tantos que perdieron el nombre, la razón y el entendimiento de estar en aquel lugar, pero nunca la dignidad.
De Mauthausen a Gusen I
Valentín y Fernando estuvieron varios meses en el campo de Mauthausen, mientras las obras del campo de Gusen seguían adelante y cada vez más gente llegaba al campo. Mientras que Fernando abandonó antes el campo, para ser trasladado a Gusen I, un 24 de enero de 1941, Valentín estuvo dos meses más allí, y el 29 de marzo de 1941 también fue trasladado a Gusen I.
Cuando Valentín llegó a Gusen, Fernando ya no estaba allí. Quizá nunca le confirmaron que había muerto tan solo ocho días antes de su llegada. Quizá nunca le llegaron a decir si había sido asesinado, o si murió por otras causas. O Quizá nunca llegó a coincidir antes en Mauthausen con él. Fernando murió el 21 de marzo de 1941 siendo el número 9751, en unas causas que nunca nadie sabrá explicar sobre seguro. Había durado apenas dos meses allí.
[ze_summary text=»Ambos tomelloseros murieron en el campo de concentración de Gusen y nunca nadie sabrá en qué condiciones»]Ambos tomelloseros murieron en el campo de concentración de Gusen y nunca nadie sabrá en qué condiciones[/ze_summary]
La suerte de Valentín no fue mejor. Las estadísticas de su compañero también se cumplieron y a poco más de tres meses murió en el campo de Gusen I, también sin ser Valentín, sino siendo el número 11251, y también en unas circunstancias que jamás nadie entenderá, ni sabrá con seguridad.
De Burdeos a Mauthausen; la liberación
Paralela a estas dos historias encadenadas, la historia de Abdón Alonso en 1941 seguía desarrollándose en España, bajo el régimen franquista que se impuso tras la Guerra. En 1944 fue trasladado en uno de esos trenes infinitos hasta Burdeos, pero allí nadie conoce qué «matrícula» se le asignó. En Burdeos solo estuvo de manera provisional, de paso, porque el 28 de agosto, 19 días más tarde, fue trasladado a Dachau, donde dejó de ser Abdón Alonso para ser el número 94123.
Por aquellas fechas el dominio que en un momento tuvo el nazismo de la zona central de Europa se iba disipando poco a poco. Abdón tampoco duró mucho tiempo en Dachau, solo unas semanas, y fue trasladado después a Mauthausen, donde se le impuso el número 97518. La Gran Guerra parecía llegar a su fin. Las malas noticias para el nazismo también llegaban a Mauthausen, donde ya se habían formado movimientos clandestinos como el KLM -Komando de Liberación de Mauthausen-.
Abdón corrió mas suerte que sus vecinos Fernando y Valentín. En Mauthausen pasó poco más de 9 meses y no, no fue trasladado después a otro lugar peor. La guerra en Mauthausen había llegado a su fin. El terror había terminado y las puertas del campo se abrieron de una forma que seguro que muchos esperaban. El holocausto nazi llegaba a su fin y los números dejaron de ser matrículas para ser recuerdos. Los nombres volvieron a ser nombres y las personas dejaron de ser esclavas para volver a ser personas.
Un 5 de mayo de 1945, Abdón fue liberado de aquel lugar al que jamás querría nadie regresar si no fuera para condenar unos hechos y para luchar en que la historia, aquella historia, no volviera a repetirse jamás. Seguramente que Abdón participó en aquella bienvenida que el campo dio a las tropas aliadas cuando llegaron a Mauthausen, encabezada por una bandera de la República con mucha historia.
Un homenaje desde su pueblo
Ahora, 72 años después, en Tomelloso buscan seguir recordando a sus paisanos que un día tuvieron que salir del centro de La Mancha. Tanto a ellos como a los más de 9000 españoles que fueron deportados, la agrupación de Izquierda Unida de Tomelloso busca tanto la condena como el recuerdo y honor de las víctimas «para que sirvan de referencia educativa».
Con ello buscan, dicen, llegar a una serie de reflexiones «acerca de la recuperación de la memoria de los luchadores antifranquistas», de aquellos que pertenecieron al bando republicano en la Guerra, así como aquellos que en un «exilio doloroso», apuntan, tuvieron que abandonar su lugar de nacimiento y fueron deportados a campos de concentración y exterminio nazis.
«Estamos a tiempo de poder dar a conocer quiénes fueron…» subrayan desde la agrupación de izquierdas del municipio ciudadrealeño. «Solo falta voluntad política y anhelos de recuperar nuestra dignidad como sociedad».