El 19,67 por ciento de los presos en las cárceles españolas -uno de cada cinco- recibe una alimentación especial por prescripción médica, y la prisión con más dietas con restricciones por salud es la cárcel de Cuenca, con un 44 % de regímenes de este tipo.
Así se desprende de los datos facilitados por el Gobierno en una respuesta parlamentaria al diputado socialista Antonio Hurtado y que recoge las dietas del pasado mes de agosto, cuando se repartieron en las cárceles dependientes de la administración central -todas menos las de Cataluña- 1.447.088 dietas.
De ellas, el 67,85 por ciento correspondieron a un menú normal; un 19,67 por ciento se elaboraron para reclusos enfermos, intolerantes o alérgicos; un 10,11 por ciento estaban adaptadas a las costumbres culinarias de los musulmanes; el 2,36 por ciento eran vegetarianas y sólo un 0,01 por ciento, veganas.
La cárcel de Cuenca, junto a las de Alcalá Mecoy Texeiro, las más «especiales»
Además de la prisión de Cuenca, las de Alcalá Meco y Texeiro (A Coruña) también encabezan la lista de prisiones con más dietas de este tipo, el 35 por ciento del total.
En cambio, en las prisiones de Santa Cruz de La Palma, Menorca y Alcalá de Guadaíra (Sevilla) no hubo ningún preso que precisara esta atención especial en el mes al que se refieren los datos.
Otro régimen particular de alimentación que ofrecen las cárceles son las dietas para veganos y vegetarianos, menos del 3 % de las seguidas por la población reclusa del país.
Sólo en cuatro cárceles de España alguien siguió una dieta vegana en agosto, siendo la de Teruel la que más sirve, 35 de 6.000 en un mes.
En febrero del año pasado, un recluso de Navalcarnero reclamó a través de su abogado una dieta vegana porque sólo le estaban ofreciendo la vegetariana, que incluye productos de origen animal. El juzgado de Vigilancia Penitenciaria le dio la razón, e incluso estableció «controles médicos oportunos» para supervisar su salud.
Esta decisión del tribunal se basó en el artículo 226 del Reglamento Penitenciario que regula la dieta de los presos, según el cual se deberá respetar las exigencias médicas de la población reclusa y, «en la medida de lo posible», las convicciones personales y religiosas en cuanto a alimentación.
También las convicciones religiosas son motivo de adaptación del régimen alimenticio de los presos, como en el caso de los musulmanes: el 10 % de internos en las cárceles de España siguen una dieta Halal o respetuosa con la ley islámica.
Se calcula que en España se gasta una media de 3,78 euros por preso al día para el mantenimiento de su dieta, aunque depende del centro y esta cifra cambia tres días al año en fechas señaladas como en Navidad, que se duplica para ofrecer un menú especial.