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No han querido perder la tradición - 31 diciembre 2017 - Ciudad Real

Los vecinos de El Robledo, municipio de la provincia de Ciudad Real situado junto al Parque Nacional de Cabañeros, han despedido hoy el año bañándose a cubos de agua porque el cauce de su río, el Bullaque, se ha vuelto a secar por la sequía que sufre una buena parte de España.

En 1995 un grupo de vecinos se comprometió a despedir el año bañándose en este río del centro peninsular, afluente del Guadiana, para celebrar que volvía a llevar agua tras un largo período de sequía; sin embargo, 22 años después de aquella primera cita no han podido darse ese chapuzón porque el río apenas mantiene una pequeña lámina de agua que cubre tímidamente su cauce.


El contexto de sequía y falta de agua se ha vuelto a instalar en España como consecuencia de la escasez de precipitaciones y la insuficiencia de recursos hídricos, dejando en el río Bullaque una imagen muy similar a la de los año 90.

Los vecinos de El Robledo no han podido meterse en el agua

Los vecinos de El Robledo, este año han vuelto a acudir fieles a lo que se había convertido en una cita festiva y reivindicativa, pero, al contrario que en las últimas dos décadas, no han podido zambullirse en las gélidas aguas invernales de este río.

Una decena de ellos, han acudido con cubos de agua a la ribera del río para, en vez de lanzarse de cabeza al agua como otros años, levantar sus cubos para verter sobre ellos el poco agua que retiene el cauce.

Estos vecinos han protagonizado una imagen atípica, puesto que ni los bañistas han podido cruzar a nado el río, ni las barcazas han podido descender las aguas como otros años.

El río Bullaque, que está considerado Lugar de Interés Comunitario y forma parte de la Red Natura 2000 y de la Red de Áreas Protegidas de Castilla-La Mancha, ha constituido una de las principales señas de identidad de los vecinos de esta comarca que, hoy han vuelto a reclamar que se garantice permanentemente su caudal ecológico.

Lo han hecho después de protagonizar el simbólico baño con cubos de agua, con la lectura de un manifiesto público que ha leído la alcaldesa de El Robledo, Elena Tamurejo, en el que han exigido un reparto «justo y prudente» del agua almacenada en el embalse de Torre de Abraham, que se encuentra en la cabecera del río y desde el que se regula el uso del agua.

En su manifiesto, los vecinos de El Robledo han pedido que una vez asegurado el abastecimiento de agua para consumo de la población, se pueda compatibilizar el uso para regadíos con el mantenimiento de un caudal ecológico permanente para el río.

Han recordado cómo hace más de veinte años se inventaron la «loca aventura» de despedir el año con un baño en el río Bullaque para llamar la atención de su importancia y la necesidad de cuidarlo y mantenerlo como un «preciado legado» que transmitir a las nuevas generaciones.

Año tras año, han señalado, la gente de El Robledo y la comarca del Bullaque ha acudido puntualmente a la cita del 31 de diciembre, llueva, truene o haga calor, para celebrar que el río seguía corriendo, lleno de vida, de flora y fauna.

Festejaban que el río Bullaque es «fuente de riqueza para agricultores, ganaderos y hosteleros, y que es capaz de mantener la población de un pequeño núcleo rural.

Sin embargo, no hay que olvidar «lo frágil» que resulta este río, que a pesar de su valor ambiental, está expuesto a continuas amenazas como el cambio climático, los pozos clandestinos que menguan el flujo del agua en la temporada más delicada, o la falta de garantías de un caudal mínimo estable que asegure su conservación.

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