Confesó en el Debate del Estado de la Región que venía de uno de los peores años políticos de su vida. Así lo vivió buena parte de los 12 meses del año, en los que al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, en 2017 le tocó llorar, perder, sufrir, sudar y apretar los dientes en los peores momentos, aquellos en los que los problemas en el partido y en el Gobierno parecían no tener fin.
Reparte juego entre sus generales: Martínez Guijarro y Sergio Gutiérrez
El barco empezó a salir de la tormenta el 31 de agosto, cuando aprobó el Presupuesto de 2017 y había encarrilado el de 2018. Eso sí, tras tragarse el sapo de ver en el Gobierno, con rango de vicepresidente, a una de las personas que más dolores de cabeza le generó este año, el secretario general de Podemos, José García Molina. Que nada falle en ese pacto es la misión que ha encomendado a uno de sus dos generales, José Luis Martínez Guijarro, el vicepresidente primero.
En 2017 le tocó llorar, perder, sufrir, sudar y apretar los dientes en los peores momentos, aquellos en los que los problemas en el partido y en el Gobierno parecían no tener fin[/ze_summary]
Cuando el 30 de septiembre se impuso contundentemente a José Luis Blanco en las primarias del PSOE de CLM, volvió a ser el capitán sonriente que no suelta el timón. Le quedaba aún un relevo difícil de encajar emocionalmente. Pero su amigo Jesús Fernández Vaquero lo facilitó. Y Page pudo colocar a su joven general Sergio Gutiérrez a dirigir y reparar la dañada sala de máquinas del PSOE. De 0 a 100 en 12 meses, pero el capitán vuelve a sonreír al frente del timón…