Apenas 15 días después de anunciarlo en el Debate del Estado de la Región, María Dolores de Cospedal ha cerrado ya la primera ronda de contactos con los agentes sociales de Castilla-La Mancha. La primera y la más difícil, porque era la que incluía a los secretarios generales de CC.OO. y UGT, José Luis Gil y Carlos Pedrosa, los sindicatos, especialmente el primero, más beligerantes con todas y cada una de las medidas tomadas por la presidenta desde que llegó al poder tras las elecciones autonómicas de mayo de 2011.
Con la calle incendiada (van más de 1.400 manifestaciones hasta agosto, más de un 400 por 100 más que en los mismos meses de 2011, también año de crisis, paro y recortes), furgones policiales custodiando sus actos públicos y unos presupuestos más que restrictivos a la vuelta de la esquina (Arturo Romaní dixit), 15 meses después de acceder a la Presidencia, Cospedal decidió sentarse con los sindicatos de clase, el plato fuerte de su ronda de contactos con los demás interlocutores, a los que ya ha visto en diversas ocasiones en ese tiempo, tanto a Cecam como a CSIF o a las organizaciones de autónomos.
Las circunstancias aconsejaban hacer algo para bajar la presión social y eso solo se puede conseguir mediante el diálogo. Además, empezaba a quedar muy mal que como secretaria general del PP se hubiera reunido con Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez y con representantes sindicales sectoriales y que no hubera ni intercambiado saludos con los de la tierra que la eligió presidenta.
Dicho y hecho.
COSPEDAL NO QUISO FALLAR
La presidenta sabía que no podía fallar. Y que aunque le quedan meses de recortes y, por lo tanto, de manifestaciones y pancartas en contra de sus medidas, tenía que empezar a tomar el pulso del diálogo social y devolver las cosas a un cauce organizado de diálogo y negociación.
Así que Cospedel mostró su cara más amable. En las tres horas que en total dedicó a hablar con los sindicalistas se mostró amable, confidente, comprensiva, tolerante y por momentos hasta cómplice. Y dio sus frutos. La líder del PP maneja la distancia corta de manera magistral cuando está en forma y parece haber vuelto de vacaciones con un giro importante sobre la actitud con la que se fue.
Juan Pinilla, presidente de CSIF CLM abrió el turno y 45 minutos después de su conversación con la presidenta no podía disimular su satisfacción por el encuentro y por los compromisos de la presidenta: no habrá más despidos masivos de interinos, no se harán ERE en el personal laboral de la Junta y se negociarán las condiciones de las bajas de los empleados de la administración autonómica, que son leoninas e injustas en la actualidad, rozando el absurdo en algunos puntos.
A Pinilla la presidenta le aseguró, lo ha dicho ya varias veces en círculos pequeños, que cuando mejore la situación lo primero que hará será restituir a los funcionarios sus condiciones laborales y económicas anteriores.
EL ARTÍCULO 7 DE LA CONSTITUCIÓN, COMO BANDERA
Eso fue el 18.
Al día siguiente iba Gil. El plato fuerte. A solas, más de una hora. Uno de los amigos más cercanos que le quedan a José María Barreda y la mujer que le desalojó del poder y les ha acusado de estar callados por las muchas ayudas que les daba el expresidente. El sindicalista más hóstil, que cuentan que ha dado orden de no cerrar en ningún caso acuerdos con la Junta que incluyan despidos o recortes, y la dirigente contra la que van casi todas las manifestaciones y descalificacones de Comisiones, quien, a su vez, ha mantenido apartados a los sindicatos del palacio de Fuensalida más de un año.
Cuentan que las cosas dentro no fueron fáciles, pero no fueron mal, teniendo en cuenta los antecedentes. A Comisiones le gustó que la presidenta reconociera que no ha sido uno de sus aciertos no recibir a los sindicatos de clase. El Gobierno apenas podía creer el tono de la comparecencia de Gil cuando salió de hablar con la presidenta. Exigente y desconfiado, pero nada hostil. Cuentan que el secretariado regional de CC.OO. (formado por los responsables de cada área y federación en Castilla-La mancha) tiró de las orejas a Gil por su condescendencia.
Hasta el punto que la gaceta sindial de CC.OO. del viernes decía así: «Nuestra firmeza ha sido fundamental para lograr el cambio de actitud del PP».
En cualquier caso, Comisiones, igual que UGT, consideran innegociable que se recuepere un foro para el diálogo social que se limite a ambos sindicatos y Cecam. Se agarran a la bandera del artículo 7 de la Constitución, que reconoce el hecho sindical y el diálogo social.
Desde luego, quieren diálogo social sin la presencia de CSIF. La patronal también, ya que CSIF solo está en el ámbito de la función pública, pero el PP ha jugado muy fuerte con este sindicato prometiéndole presencia en todos los foros importantes. Alguien miente… Ya veremos quien.
«No compartimos ni política ni ideología ni se pueden borrar 15 meses de un plumazo», dice el editorial de CC.OO., publicado 48 horas después de la entrevista con Cospedal y que parece escrito para matizar las palabras poco combativas de su secretario general al término de la misma.
Pero el sindicato reconoce que el diálgo con el PP es necesario, aunque es «un escenario difícil, complejo y novedoso con el PP en el Gobierno de la Junta».
¿POR QUÉ NO NOS HEMOS VISTO ANTES?
La tercera reunión fue con Pedrosa, el líder de la UGT en CLM. El viernes 21.
Tengo para mí que fue el encuentro con más sintonía personal, aunque no política.
No se conocían, pero no es difícil imaginar el efecto que Carlos Pedrosa, al que todos llaman un hombre bueno, produjo en una Cospedal que se mostró cercana y con ganas de oír y hablar. Cuentan que la presidenta preguntó después a alguno de los suyos porqué no se habían visto antes. Y el secretario regional de UGT salió convencido de que se necesitarán algo más que manifestaciones para desalojarla del palacio de Fuensalida, una tarea que, por lo demás, tiene claro que no es la suya.
Diálogo social y sensibilidad con los trabajadores de las residencias de la tercera edad fueron los anuncios más importantes de ese encuentro.
En realidad la noticia en sí era la cita de la presidenta y los sindicalistas. Las cosas fueron para todos más fáciles de lo previsto dada la fase previa y aunque son conscientes de quiénes son, dónde están y de que nada cambiará de inmediato, estoy convencida de que los «arrumacos» de esta semana en palacio darán sus frutos. La presidenta sorprendió a los sindicalistas y creo que tras escuharles ella también ha corregido algunos prejucios.
El consejero de Presidencia, Leandro Esteban, que les esperaba a todos a la salida para intercambiar opiniones antes de las comparecencias ante la prensa, será el encargado de orientar la brújula del Gobierno en su relación con los sindicatos en una nueva etapa, en la que todo está por escribir.