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viernes, 22 de noviembre de 2024
Cecilia, en la imagen con su hija Salomé, compartió su dura historia al tener que huir de Argentina cuando intentaron secuestrar a su pequeña. La contó a los que la escuchaban durante la presentación, en la Casa Diocesana de Ejercicios El Buen Pastor, del Proyecto Mater y del Programa de Vivienda con los que Cáritas ayuda a decenas de personas.
Cecilia, en la imagen con su hija Salomé, compartió su dura historia al tener que huir de Argentina cuando intentaron secuestrar a su pequeña. La contó a los que la escuchaban durante la presentación, en la Casa Diocesana de Ejercicios El Buen Pastor, en Toledo, del Proyecto Mater y del Programa de Vivienda con los que Cáritas ayuda a decenas de personas.
La historia de Cecilia y su hija Salomé - 27 enero 2018 - Toledo

Esta es una historia muy particular. En realidad es la historia de tres «nuevas vidas», la de quienes tienen que huir de su país con «todo» (que en realidad es nada) a cuestas para recorrer miles de kilómetros porque supuestamente un pariente te va a ayudar en Barcelona pero que al final no es así y lo que sucede es que terminan en Toledo «con lo puesto», de rebote y casualidad, hasta que alguien, un cura de la capital regional, se apiada de ti… De ahí conocieron lo que era Cáritas. Y lo que ha representado para ellas. Un testimonio desgarrador que dejó con la cara boquiabierta al mismísimo arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, cuando la contaba el pasado viernes…

Cecilia, un testimonio desgarrador en primera persona…


 

Esta es la historia de Cecilia, de su hija Salomé y de la hija de esta y nieta de aquella, una criatura de tan solo cuatro años a la que quisieron secuestrar un aciago día en Buenos Aires. Y que la propia Cecilia compartió con los que la escuchaban durante la presentación, en la Casa Diocesana de Ejercicios El Buen Pastor, del Proyecto Mater y del Programa de Vivienda con los que Cáritas ayuda a decenas de personas.

«Un día paró un auto, se bajaron dos personas y me intentaron quitar…»

Así comenzó el relato de Cecilia…

«Llegué el 13 de junio (de 2017) desde Argentina escapando de un intento de secuestro… Porque allí, en mi país, un día paró un auto, se bajaron dos personas y me intentaron quitar a la criatura (a su nieta de 4 años), quien terminó llena de magulladuras por el forcejeo. Denunciamos y no nos prestaron atención, esa noche me costó dormir y al día siguiente sonó una voz que decía que tenía que irme, que tenía que escapar de ese país».

Era solo el comienzo de una pesadilla, porque «contacté con una pariente que tengo en Barcelona y cuando llegué al aeropuerto de Barajas, en Madrid, me dijo que me fuera para Toledo, que vendría a por nosotras». Pero fue que no… Nunca nadie vino a por ellas. «Lo único que sé es que me dijo, cuando ya estábamos en Toledo, que me arreglara como pudiera… Mi hija incluso quiso que nos deportaran, pero una persona me puso en contacto con el padre Jesús, de la iglesia de Santiago, y él me mandó al albergue de Cáritas para que pudiéramos comer».

Conoció Cáritas y comenzaron a salir del infierno…

Comenzaban a salir del infierno… «Porque en Cáritas no nos dejaron en la calle, nos mandaron a dormir a un hostal, ahí conocí al padre don José María… Y a Dios». Así durante 10 días, que estuvieron comiendo en el albergue y durmiendo en el hostal «que Cáritas pagó hasta que encontré un piso, pero no tenía trabajo y Cáritas me pagó el alquiler». Pasados los meses, Cecilia ya puede costearse «los alimentos, me pago las facturas de luz, mi nieta tiene un colegio con media beca, los medicamentos nos los facilita Cáritas…».

Porque vino sin nada, «me da paz saber que luché, vendí todo lo que tenía en Argentina para venir acá y me encontré sola en una calle, en medio de una plaza, con mi hija y la pequeña… Pero Dios me trajo acá, a Toledo, para que yo lo conociera. Porque en Cáritas conocí a personas que me brindaron, y me brindan, su amistad cuando estoy triste o mal, llamo a cualquier hora a mi catequista y me escucha…».

«Me tuve que guardar la soberbia y aprender con dignidad»

Eterno agradecimiento de Cecilia a Cáritas, «vine de una vida muy dura, siempre luche por salir adelante, con una hija a la que amo y llegar acá, tener fe, esperanza, ver sonreír a mi nieta de cuatro años y saber que acá nada malo nos va a pasar… Eso me lo dio Cáritas, nadie más. Más de lo que están haciendo por mí no pueden hacer, siempre tienen esa palabra».

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Sin olvidar la soberbia, esa palabra… «Llegue con soberbia y pensé que en una semana podrían abrírseme las puertas del mundo. Pero la soberbia me la tuve que guardar y tuve que aprender con dignidad, cambié mi manera de pensar, de ser, de ver a las personas… Con 46 años tengo amigos, ahora me sobra el tiempo para Dios…».

Y en ese momento, con el arzobispo a su lado, escuchando ensimismado, Cecilia le pide a Braulio Rodríguez que le bendiga el anillo de comunión que porta en uno de sus dedos… A lo que él accede solícito.

«Sí, yo vivía en Buenos Aires, pero…».

Ahora Cecilia, su hija y su nieta ya pueden sonreír.

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