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27/09/2012junio 13th, 2017
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El Gobierno ha entrado en TVE y en RNE como un elefante en una cacharrería y quiere controlar la radiotelevisión pública en su propio beneficio, como hizo en los peores tiempos de Aznar, en vez de dejar que sus profesionales ofrezcan a la ciudadanía un trabajo independiente y pluralista. Esto es lamentable y, lo que es peor, contrario a lo que establece la ley.

Cuando un medio de comunicación privado no ofrece información plural sino sectaria, partidista o «telebasura», el ciudadano tiene una opción muy clara: conectar otra cadena de televisión, cambiar de emisora de radio o leer otro periódico. Pero Televisión Española y Radio Nacional de España están obligadas por ley a respetar el pluralismo. Este mandato legal, que nunca ha gustado a ningún gobierno, vuelve a estar ahora en peligro.


Si algo cambió en España durante la última legislatura de Zapatero, y nadie lo puede negar -excepto el diputado del PP Carlos Floriano, que tuvo meteduras de pata antológicas en sus obsesivas críticas a Televisión Española durante la última etapa del mandato socialista-, fue RTVE.

De ser un medio de comunicación al servicio del Gobierno -de manera especialmente escandalosa durante los últimos años de Aznar- pasó a convertirse en una radio y televisión pluralistas y respetadas. Pero el PP, tras ganar las elecciones, aprovechó su mayoría absoluta en el Congreso para cambiar la ley y así pudo nombrar al nuevo presidente de RTVE sin tener que consensuarlo con el PSOE como obligaba la legislación antes de ese cambio.

UN PRESIDENTE SIN CONSENSO

Tras imponer sin consenso al abogado del Estado Leopoldo González-Echenique para dirigir RTVE, el Ejecutivo de Mariano Rajoy ha decidido controlarla, sin ningún pudor, incluso hasta el nivel de los redactores, aunque su nuevo presidente lo niega.

El martes último, 25 de septiembre, González-Echenique tuvo que defenderse como gato panza arriba en el Congreso de los Diputados antes las críticas generalizadas de toda la oposición y trató de demostrar lo que es indemostrable: negó que en RTVE haya existido una «purga», cuando todos los datos objetivos demuestran lo contrario. No convenció a nadie, salvo a los parlamentarios del PP.

Se podría aceptar, como él explicó, que cuando una nueva dirección llega a RTVE ésta debe conformar su propio equipo directivo, «desde la cúpula hasta los mandos intermedios directivos y los mandos más inferiores directivos», como dijo ante la Comisión Mixta Congreso-Senado de control de RTVE.

Pero eso no implica cambiar a los editores de los telediarios, a los responsables de los programas de RNE -incluso los que funcionaban bien y habían logrado incrementar notablemente su audiencia-, a los jefes de las secciones, a los redactores encargados de cubrir distintas áreas de la información y, además, designar para presentar un informativo a alguien que se había distinguido por sus feroces críticas a Zapatero desde las redes sociales.

Ni obliga a eliminar de un plumazo varios programas de éxito. Una reestructuración tan radical jamás existió en otros cambios de gobierno.

CAMBIOS EN LAS TERTULIAS

El cambio del equipo directivo de RTVE tampoco obligaba, como han hecho, a prescindir de muchos tertulianos considerados «progresistas» al mismo tiempo que han fichado a otros claramente alineados con el sector más duro del PP hasta duplicar en número estos últimos a los primeros; ni a recuperar a profesionales muy significados por su nada oculta ideología de la derecha más reaccionaria para puestos clave; ni a contratar a personas procedentes de Telemadrid, la televisión pública más utilizada al servicio del Gobierno del PP, ni a que algunos jefes hayan cambiado a profesionales por criterios no periodísticos sino de venganzas personales…

No se trata únicamente de que hayan prescindido de algunos nombres muy conocidos -como Ana Pastor en TVE, que no se ha ido voluntariamente en contra de lo que afirma González-Echenique, o Juan Ramón Lucas en RNE-, sino de que no han dejado títere con cabeza. La mayoría de los profesionales de RTVE, como los partidos de la oposición, coinciden en que eso se llama «purga», aunque esta palabra no le guste a su presidente.

El malestar entre la mayoría de los trabajadores de TVE y de RNE es tan evidente que muchos tienen la sensación de que el Gobierno «quiere cargarse» la radiotelevisión pública, según afirman, para que pierda audiencia y tenga un papel secundario en vez de ser el punto de referencia de la información plural en España.

De momento, ya ha perdido audiencia «Informe semanal» -el programa que con tanto acierto dirigía Alicia G. Montano-, han disminuido mucho los telespectadores de «Los Desayunos de TVE» y, a este paso, también caerá la audiencia de Radio Nacional después de su notable recuperación durante los últimos años.

La ciudadanía debería rebelarse ante este atropello, porque el derecho a la información plural y veraz es suyo y no de los periodistas, ni del Gobierno, ni de ningún partido. Los trabajadores de TVE y de RNE, dentro de sus posibilidades, también deberían rebelarse.

Y EN CASTILLA-LA MANCHA…

En fechas próximas pero aún sin concretar, el ex ministro de Defensa y ex presidente del Gobierno castellanomanchego y del Congreso, José Bono, presentará en Toledo el primero de los tres libros que ha escrito con el título «Les voy a contar». Será, sin duda, uno de los actos más multitudinarios y con más tirón mediático de la capital regional. Y si no, al tiempo.

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